Fear Factory: el seductor arrullo de las máquinas

Muy pocas bandas pueden arrogarse la innovación como una de sus virtudes. Y dentro de una elite numerada con los dedos de ambas manos Fear Factory es una de las agrupaciones que sobresale. En lo noventa reivindicó el empleo de sintetizadores para nutrir su sonido de un nervio nunca antes pulsado y también por la atrevida introducción de voces limpias en el death metal. Méritos suficientes para conservar un sitio de respeto en la escena.

Aunque su último álbum data de 2005 y está vigente un ingrato litigio entre esta alineación y dos ex miembros que actúan bajo el mismo nombre, Fear Factory ofreció un sólido concierto que compiló lo más elogiado de su discografía. El setlist incluyó muchos cortes de “Demanufacture”, el álbum que definió su marca de fábrica, y trajo de regreso las guitarras punzantes del robusto Dino Cazares, lejos el más aclamado por la audiencia.

Mientras, la silla de la batería que antes ocupara Raymond Herrera hoy es propiedad de Gene Hoglan, un músico de renombre que ha militado en Dark Angel y Strapping Young Lad. Una formación de lujo que completan el versátil vocalista Burton C. Bell, y el bajista Byron Stroud. Solo cuatro en el escenario, pero con la potencia arrolladora de un misil apoyados por vigorosas bases electrónicas, triggers y efectos incorporados en una proporción precisa.

Fear Factory permaneció sobre el escenario una hora y veinte minutos. No hubo bises, sino que ofrecieron un recital compacto solo interrumpido para los agradecimientos y presentaciones de rigor, instantes en que a Burton C. Bell se le quebró la voz y emitió algunos “gallos” que provocaron bromas entre el público. Un show que dejó satisfecho al millar de fanáticos que acudió al Teatro Teletón, con un repertorio focalizado en sus placas más notables y un fugaz adelanto de su próximo disco de estudio, “Mechanize”, fechado para 2010.

Setlist:
Shock
Edgecrusher
Smasher / Devourer
Martyr
Scapegoat
Crash Test
Linchpin
Powershifter
Resurrection
Demanufacture
Self Bias Resistor
Zero Signal
Flashpoint
H-K (Hunter Killer)
Pisschrist
Replica

Skid Row: we will remember you

Ver a Skid Row fue como volver en el tiempo. Bastaba pasearse entre el público para ver que las bandanas, los jeans rajados, los pantalones de cuero y las botas tipo cowboy abundaban. Y es que la ocasión ameritaba, pues la banda que estaba por presentarse es uno de los íconos del hard rock de los noventas y todo valía para demostrar la emoción del momento.

Los nacionales Ratzinger comenzaron a calentar motores minutos después de las 19 horas. Luego de disculparse por tener que bajar su telón -así lo solicitó el staff de Skid Row, ya que el mencionado lienzo hacía alusión al ataque contra las Torres Gemelas y para los estadounidenses es un tema muy sensible-, el trío mostró un repertorio sólido y con buen sonido. Sin embargo, a pesar de sus riffs potentes y sus letras en español, inglés y hasta un par de palabras en polaco, no lograron encender del todo a la audiencia. Agradeciendo el respeto del público y el apoyo al rock nacional, Ratzinger bajó del escenario y comenzó la espera para el show principal, amenizada con los clásicos gritos a los técnicos e ¡incluso con el jingle de la Teletón!

Las luces se apagaron cerca de las 20.10. La expectación crecía y todos coreaban el clásico de Ramones “Hey Ho Let’s Go”, que sonó hasta que los tatuados de Skid Row saltaron al escenario. Aunque el Teletón distaba de estar repleto, las casi mil personas que llegaron al recinto demostraron por qué los grupos adoran venir a Sudamérica. Con los primeros acordes de “Big Guns”, el concierto se transformó en una fiesta y todos saltaban y cantaban cada nota. A diferencia de Ratzinger, quienes se mantuvieron bastante estáticos detrás de los amplificadores, los tejanos se movían por todo el escenario y realmente parecía que dedicaban su música a cada uno de los fans que estaba frente a ellos.

“New Generation” dio paso a “Riot Act”, con un público eufórico y Johnny Solinger que agradecía la fidelidad de la audiencia hacia el grupo luego de 20 años de carrera. Mientras sonaba “Piece of Me”, el centro de atención fue una de las fans más pequeñas que he visto: una niñita de unos siete años, que llevaba también una bandana en su cabeza, y que desde los hombros de su papá saludaba a los músicos en el escenario. Esta rockerita impresionó al guitarrista Scotti Hill y también a Johnny, quienes le respondían los saludos y probablemente la hicieron sentir como la personita más importante del mundo. Al menos durante el concierto.

Comenzaron entonces los acordes de uno de los temas más clásicos de Skid Row, “18 and Life”, que probablemente puso la piel de gallina por la fuerza con que fue interpretada. Es en estas canciones donde Solinger, quien ha sido la voz principal de Skid Row por 10 años, demuestra su gran capacidad vocal, con un registro amplio que nada tiene que envidiar al de Sebastian Bach.

“Monkey Business” fue otro punto alto del espectáculo. El público agradecía la gran cantidad de temas de los primeros y más clásicos discos del grupo, y los guitarristas Scotti Hill y Dave “The Snake” Sabo quisieron demostrar cómo el rock corre por sus venas con un solo tocado con todo el feeling al frente del escenario. Ellos saben que su público los adora y posaban para todas las cámaras y celulares que querían retratarlos, e incluso Hill firmó un disco que un emocionado fanático le pasó desde la reja.

“Let’s make a mess!” grita Solinger para presentar el tema con el mismo nombre y esta fiesta parece que nunca va a acabar. La pequeñita de la bandana sigue disfrutando del show junto a su papá, y además de ella hay otros niños y muchos adolescentes que cantan todas las canciones de esta banda que ya hacía giras mundiales cuando ellos aún usaban pañales. ¡Bien por la “New Generation” de hard rockeros!

“Ghost” fue el tema preciso para bajar un poco las revoluciones y recargar energías para lo que se venía, “Sweet Little Sister” del disco homónimo del grupo. En ese momento, Solinger abandona el escenario y quien toma el micrófono es el bajista Rachel Bolan. Sin soltar su instrumento y con su peinado estilo Gokú, Bolan canta “Psycho Therapy”, un corte con claros toques punk que indican la relación con el tema de Ramones durante la antesala del show y las influencias de los comienzos de Skid Row.

Al volver al escenario, Johnny agradece al público en una especie de spanglish, pero luego se disculpa diciendo que su español no es muy bueno y sólo sabe decir “Me llamo Juanito” (!). Este oriundo de Texas no tiene pelos en la lengua para pedir a sus fans que lo acompañen en el clásico grito vaquero “Yiiiijaaaa!” y el público se ríe dándole en el gusto, pues después de esta interacción tan internacional Solinger se queda en el escenario sólo con Snake para interpretar una de los temas más esperados de la noche, “I Remember You”. Esta versión guitarra y voz, si bien no sonó tan poderosa ni alta como la original, creó una atmósfera de intimidad y cercanía entre los intérpretes y los fans, quienes en más de un momento se quedaron cantando solos junto a Snake frente a un emocionado Johnny. Pero este clásico de Skid Row no era para ponerse triste ni melancólico, y el resto de la banda se une para dar un final bombástico a esta “power ballad”.

Otra vez con los cinco músicos sobre el escenario, es hora de escuchar “Slave to the Grind” del álbum del mismo nombre. El show llevaba casi 90 minutos pero nadie parecía cansado. Por el contrario, el Teletón seguía estremeciéndose con los saltos y los headbangings de la fiel fanaticada de estos americanos. La banda entonces sale del escenario, pero nadie se retira del teatro pues todos esperan un último tema. “Youth Gone Wild!” piden los fans durante varios minutos, hasta que Solinger vuelve a escena cantando “Olé olé olé oléeeee, Santiagoooo, Santiagooo”. Las energías renacen y el grupo interpreta la canción solicitada, acompañados por las voces de todos los asistentes, quienes sin dar señales de cansancio continuaban saltando y bailando en esta fiesta del hard rock.

Pero todo llega a su fin. Una vez terminado el último número de la noche, y agradecidos por el cálido recibimiento, los miembros de Skid Row se quedaron varios minutos más sobre el escenario, regalando uñetas y baquetas, dejando que les tomaran fotos y lanzando saludos a todos los rincones del teatro, dejando en los asistentes la reconfortante sensación de haber visto un excelente show y al mismo tiempo disfrutado de un buen “carrete”.

Setlist
Big Guns
New Generation
Riot Act
Piece of Me
18 and Life
Monkey Business
Thick is the Skin
Makin’ a Mess
Ghost
Sweet Little Sister
Psycho Therapy
I Remember You
Slave to the Grind / Disease

Encore:
Youth Gone Wild

Por Isabel Mallea
Fotografías por Bianca Zapata

Entombed en Chile: death metal masters sauna

Lo que se vivió el pasado viernes 27 de noviembre, de seguro quedará por un largo periodo de tiempo en las retinas y oídos de los cerca de 400 deathmetalheads que repletaron el Rock & Guitarras para presenciar por primera vez en Chile a una verdadera leyenda de la música extrema europea. Entombed, una banda que con 20 años de carrera demostró una entrega, energía, solidez y brutalidad en el escenario que ya la quisiera cualquier agrupación contemporánea. Y es que Petrov y compañía no se andan con pequeñeces al momento de tocar en directo, ellos tiran (literalmente hablando) toda la carne a la parrilla, transformándose en un bestial banquete de poderosos riffs capaz de deleitar a paladares exigentes, los que como siempre estuvieron a la altura del acontecimiento.

Aquella noche se reunió la parte más radical del enorme ejército de death metaleros a lo largo de Chile, ese que nunca falla y deja el alma dentro del recinto cada vez que hay descargas tan a la vena como esta. El éxtasis y la felicidad de muchos de los presentes que esperaron por años verlos tocando en el país, se reflejó en los masivos moshpit que se formaban por todo el recinto mientras Petrov y sus secuaces desplegaban lo mejor de un repertorio que comprendió canciones de su clásico LP de 1990 “Left Hand Path”, hasta su más reciente producción de estudio titulada “Serpent Saints”.

No se puede dejar de lado a los encargados de abrir la velada, los nacionales Undercroft, quienes a lo largo de su gira “Chilean Fucking’ Tour” que comenzó a principios de octubre en el “Chile Rocks II – The Thrash Metal Madness” han demostrado ser unos obreros inalcanzables del metal chileno, actitud que se ha visto recompensada en el reconocimiento que esta formación ha tenido en tierras europeas, donde se encuentran radicados. La media hora que Álvaro Lillo, Claudio Illanes, Pablo Cortez y José Godoy estuvieron sobre el escenario fueron impecables, con un sonido correcto y una ejecución que poco a poco encendió la hoguera infernal que se vendría pronto tarde con Entombed. Encuentro por completo injusto que los propietarios del Rock & Guitarras no inviertan en una ventilación decente, para que tanto músicos como asistentes tengan la comodidad y la libertad de poder disfrutar “humanamente” del evento en desarrollo. S no fuera por el verdadero sauna formado con el sudor descontrolado, y más que justificado, del público, Entombed hubiera tocado con facilidad una hora más y la jornada se hubiera transformado en una bomba nuclear sideralmente histórica hacia nuestros sentidos, digna de catalogarla como el mejor concierto de metal extremo del presente año.

A pesar de los inconvenientes del lugar, Petrov & Compañía Ltda. demostró ser una sólida institución distribuidora de destrucción sonora, capaz de trasportar a las audiencias al mismísimo Zen del headbanging a punta de joyas como “Left Hand Path”, “Out Of Hand”, “Wolverine Blues”, entre otras, cuando el público deliró subiendo al escenario, abrazando a los músicos y haciendo “bodysurfing” . Mientras un calvo camarógrafo inmortalizaba cada instante de la presentación del cuarteto sueco, Petrov, al más puro estilo de Ozzy, animaba al publico, lo saludaba y repartía hidratación a los de más adelante como un verdadero servicio de utilidad pública, en tanto hacía endemoniados gestos propios de cualquier metalhead bueno para la fiesta y las cervezas.

Alex Hellid en guitarra, Nico Elgstrand en bajo y Olle Dahlstedt en las baquetas estuvieron a la altura del frontman entregándose por completo en una ejecución acompañada por un sonido demoledor y una puesta en escena avasalladora e intimista. Quienes tuvieron el privilegio de subir al escenario fueron un miembro más de la banda, cabeceando y haciendo guitarras al aire, desatando la euforia de la gente que presenciaba el espectáculo desde más atrás, al ver a un Entombed tan cercano y amigable con el público chileno.

La presentación de los suecos duró aproximadamente una hora, con una audiencia ligada en lo profundo al verdadero death metal en bruto, y cien por ciento a prueba de balas, que resistió hasta el final sudando la gota gorda y entregándose por completo a una banda que respondió exactamente con la misma actitud. ¿Entombed en Chile en 2010 en el Teatro Caupolicán? Después de ser testigos corporales de las inhumanas condiciones de ventilación del lugar, rogamos porque ese sea el lugar, y si a esto le agregamos el encantamiento de la banda con los headbangers nacionales, no suena una idea muy descabellada. De seguro regresarán muy pronto, esperando que esta vez el lugar esté a la altura de las circunstancias, porque cuando piensas en traer leyendas como Entombed, debes respetar la trayectoria de la banda y al público nacional que siempre destaca por ser uno de los mejores (si no el mejor) del planeta.

Cuando la gente se retiraba del recinto las paredes, el suelo y la “brisa del diablo” producida por la onda de calor, testificaban que cuatro generales de la brutalidad habían formado un pequeño-gran ejército en tierras lejanas a las cuales demoraron dos décadas en llegar, y donde sus “nuevos” soldados aguardarán ansiosos el llamado para una próxima guerra, ojalá en un campo de batalla más amplio y digno de recibir a sus superiores.

ALL HAIL DEATH METAL… ALL HAIL ENTOMBED.

Por Rodrigo Bustamante Fuentealba

Candlebox encantó con un cóctel de sencillez, talento y nostalgia

Uno de los nombres fundamentales de la historia tejida en Seattle durante la década los noventa cumplió ante un Teatro Caupolicán casi repleto con motivo del cumpleaños número nueve de Rockaxis. Una acertada elección. Aunque la banda siempre mantuvo un perfil bajo dentro de la publicitada escena grunge, en esta suerte de segundo aliento dentro de su carrera establecieron que su propuesta acredita honestidad y talento suficientes como continuar conquistando al público.

A las 22.30, los miembros ingresan al escenario e inmediatamente las percusiones estruendosas de “Don’t You” remecen todas las localidades. Sin respiro suenan los arpegios de “Change”, uno de los grandes hits del grupo, incluido en su primer álbum. Su aproximación hacia la audiencia es de una sencillez admirable y emociona presenciar tal calidad interpretativa. Todavía recuerdo el casete de su disco debut que escuché bastante en esa época gloriosa.

“Change” da paso a “Underneath It All”, composición de su nueva placa, “Into The Sun”. La gente escucha con atención y corea con entusiasmo, a lo cual Kevin Martin responde, dentro de su poco manejo del español, con un “muchas gracias Santiago”. Entonces presenta “Simple Lessons”, el gran éxito del álbum “Lucy”, disco que tiene un sonido en verdad distintivo. Escucharla en directo fue un verdadero placer. Luego arremeten con la balada rock “Cover Me”, acompañada por el público desde todos los rincones del Caupolicán. Una muy buena canción, que interpretada en vivo me recordó a “Open Your Eyes” de Europe, otros maestros que tocaron en el mismo teatro durante este año.

Luego apareció “Bitches Brewin’”, otro corte de “Into The Sun”, y a continuación “Understanding”, de “Lucy”. La banda se da el lujo de improvisar con acordes bluseros por un par de minutos para introducirse en “Breathe Me In”, otro corte extraído de su última placa, y pasan de inmediato a “Arrow”, uno de mis favoritos. En medio del tema el frontman habla de Seattle y de sus compañeros de Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden y “por supuesto, unos muy buenos amigos, Alice In Chains”. También recuerdan sus influencias. Aquí sorprenden tocando un par de covers. De la nada comienzan un medley que incluye “Immigrant Song” de Led Zeppelin, “Crazy Train” de Ozzy Osbourne y “Highway To Hell” de AC/DC. El público salta, empuja y corea a todo pulmón.

Sin detenerse siguen con “Stand”, una de las rápidas de “Into The Sun”, que termina con un estridente “thank you!, ¡muchas gracias Santiago!”. No pasan ni dos segundos y se escuchan los rasgueos distorsionados de la Gibson SG de Sean Hennesy que da inicio a “Happy Pills”, un tema que en lo personal me encanta. El momento más emotivo del concierto viene con un homenaje al difunto Layne Staley. Candlebox se da el lujo de tocar el primer verso de “Rooster” de Alice In Chains, acompañado por todas las voces del teatro. Un instante sublime e irrepetible de apenas un minuto. Un regalo invaluable que devolvió de golpe todos los recuerdos de esa época grunge.

La emoción del tributo se acaba en un parpadeo cuando empieza “Lucy”. Martin se pasea entre la gente, de un lado a otro, hasta que sin meditar demasiado hace lo que pocos se atreven en Chile y salta desde el escenario para sumergirse entre el público. La gente lo eleva y lo mantiene en el aire para desconcierto del personal de seguridad. Aún en medio de semejante batahola Martin no suelta el micrófono y sale airoso de su hazaña para comentarles a los chilenos “you’re crazy mother fucker people”. Se da cuenta que un fan le arrebató su credencial, pero él cómo si nada. Feliz, lanza besos, abrazos y sonríe.

Vuelve la calma en sólo minutos, con Martin tocando con una acústica en “Sometimes” del “Happy Pills”, para luego interpretar “A Stone’s Throw Hawai” del mismo disco. El vocalista detiene un poco la marcha frenética del recital para dedicarle a su padre una semi-acústica “Into The Sun”. Otro momento emotivo, sobrecogedor. Para rematar una presentación de una potencia demoledora en lo sentimental, se despiden con el tema que los hizo mundialmente famosos, la clásica “Far Behind”, Martin se sube a los amplificadores y el teatro se vuelve una verdadera fiesta de rock.

Se despiden y abandonan el escenario, pero el público quiere más de Candlebox. Al volver suena “You”, otro éxito que el público canta. Martin toma el celular a una chica que está en las primeras filas y le canta a la persona al otro lado del teléfono para luego devolvérselo. Tal vez sea el mejor recuerdo de su vida. Increíble, como para no olvidarlo nunca más. Un tema que incluyó como bonus un breve guiño a otro clásico de Led Zeppelin, “Whole Lotta Love”.

Martin entona un ceachei con la audiencia y “Rain” cierra uno de los mejores recitales del año. Candlebox enseña como las estrellas de rock pueden ser transparentes y libres de egos estúpidos en un concierto que ingresa directo al baúl de mis recuerdos y al registro de los mejores de 2009.

Por Morte Lunaris
Fotos de María Loreto Correa

DragonForce y el más frenético de los shows del último tiempo

Los chicos de DragonForce jamás se enteraron de la existencia del Ritalín. Una hora y media de espectáculo serían suficientes para inducir un ataque de epilepsia. Calzas en colores flúor, gafas fucsia, saltos acrobáticos, gesticulación como si audicionaran para la escuela de arte dramático, extensos temas que no bajan de los siete minutos. Para la banda multiétnica la exageración nunca es suficiente. Cada riff puede ser más rápido que el anterior y cualquier redoble de batería puede ejecutarse de modo más veloz.

Luego de varios meses desde la obligada postergación de su gira por Latino América debido a la pandemia de influenza humana, los hiperactivos músicos subieron al escenario del Teatro Caupolicán. Aunque hubo tiempo de sobra para adquirir boletos, la cancha del coliseo distó de lucir atiborrada de público. Entre ellos, varios niños y niñas que conocieron a la banda tras la inclusión de “Through The Fire And Flames” como un tema solo para dedos diestros adictos al juego para consola Guitar Hero.

El recital comenzó minutos después de las nueve, tras el show de Inquisición, quienes precalentaron el ambiente para la fiesta que se viviría después. La indumentaria fluorescente de Vadim Pruzhanov provocó un inmediato impacto visual entre los asistentes. Y el asombro se mantendría en alto con las continuas piruetas del tecladista, que de tanto en tanto se sumaba a los solos con su “keytar” Roland AX-7, el guitarrista Sam Totman y el héroe de las seis cuerdas, Herman Li.

El asiático, uno de los guitarristas más rápidos del mundo, impresionó por su dominio técnico, aunque como era de suponer no consiguió emular el ambicioso sonido de estudio de la autodenominada banda de power metal extremo, uno cargado de lujos y guiños a los videojuegos de los ochenta. Un show energético de principio a fin coronado con la interpretación del track contenido en Guitar Hero. Ese que extendió su audiencia y permite creer en una nueva generación de headbangers.

Setlist:
1. Heroes Of Our Time
2. Operation Ground and Pound
3. Reasons To Live
4. Fury Of The Storm
5. Starfire
6. Revolution Deathsquad
7. Soldiers Of The Wasteland
8. The Last Journey Home
9. Valley Of The Damned

Encore
10. My Spirit Will Go On
11. Through The Fire And Flames