Ciudad Metal festejó seis años con un fértil debate sobre rock

Este cumpleaños legó expresiones para el bronce. “Los metaleros somos románticos”, de boca de Matías Leonicio o la inmejorable réplica de Jorge “Chargola” Hurtado, refiriéndose a la “magia” que compartimos los seguidores de este género, quedarán irremediablemente almacenadas en la memoria de quienes acudimos a la celebración del los seis años de Ciudad Metal, el sábado 23 de mayo en el salón auditorio de la Municipalidad de Rancagua.

En una apuesta inédita entre las webzines chilenas, Ciudad Metal festejó un nuevo aniversario mediante la proyección de una película, sucedida de un debate del que tomaron parte cuatro panelistas de excepción. La cantante y comunicadora Paula Barouh, Matías Leonicio, vocalista de Nuclear, José “Toño” Cabezas, líder de Betrayed y propietario de Massive Records, y el productor Jorge “Chargola” Hurtado, responsable de numerosos festivales y gestor de la próxima reunión de Pentagram.

Aunque parezca insólito, los mismos que mueven sus cabezas de modo frenético también pueden permanecer en silencio. Sentados, sin agitar sus melenas ni articular palabras ininteligibles desde lo más íntimo de las entrañas, los heandbangers siguieron con interés la cinta “Global Metal” -documental del antropólogo canadiense Sam Dunn, director de “A headbanger’s journey” y “Flight 666”- que aborda el cómo, cuándo y por qué de esta corriente musical fuera de Europa y Estados Unidos.

Luego de ver la cinta, los invitados sacaron varias conclusiones. Matías Leonicio reparó en que el metal tiene como común denominador su aparición en momentos de fuerte opresión política. Sucedió en Brasil, donde la primera versión del Rock in Río despertó a una nación sedienta de libertad tras el término de una dictadura de tres décadas, Indonesia, China, India e incluso el Medio Oriente, donde la religión gobierna también la vida civil de las personas.

Y como asistíamos a un debate, hubo opiniones divergentes. El bajista de los porteños Betrayed no encontró puntos de coincidencia entre el filme y la realidad local. Sudamérica solo aparece mencionada por su mayor crédito, Sepultura, a estas alturas la banda más comercial del subcontinente. Como respuesta, “Chargola” Hurtado concedió méritos a los cariocas, quienes supieron volcar la atención de los fanáticos hacia un territorio donde nadie suponía se hiciera este tipo de música.

La identidad fue otro de los tópicos abordados. “Toño” Cabezas recordó que en algún momento la marca de fábrica estuvo dada por la precariedad. La escasez de medios derivó en un estándar de grabaciones modesto, cuestión que cesó tras el acceso de las bandas chilenas a equipos de mejor calidad. En tanto, Paula Barouh destacó la incorporación de temas e instrumentos propios -el caso de Six Magics y Huinca- e indicó que debiese explorarse la composición en nuestra lengua nativa.

El frontman de Nuclear citó dos casos que fusionan música extrema y chilenidad. Folkheim, cultores del folk que toman en sus letras temáticas atacameñas, y los depresivos Uaral, quienes han permeado su música del sentimiento que envuelve a quienes viven casi todo el año en un clima hostil, del modo en que los noruegos han transferido a sus trabajos musicales las sensaciones provocadas por las glaciales temperaturas escandinavas.

El panel también se refirió a las descargas, que en otras latitudes son la única vía para acceder a nueva música. Barouh no solo es una entusiasta del mp3 como medio de promoción, sino que se rehúsa a editar un álbum de manera física, pues nadie garantiza la recuperación del dinero invertido ni la consideración de los medios especializados para situar la placa en la retina pública. Así las cosas, prefiere colocar sus recursos en la compra de equipamiento de estudio.

Leonicio subrayó que fundamentalistas como Lars Ulrich, quien lideró una mediática campaña contra Napster durante la pasada década, acabaron por rendirse ante un fenómeno imposible de controlar: la gratuidad. El vocalista suele escuchar los avances que circulan por la red, pero como todo coleccionista “romántico”, apenas un buen álbum sale al mercado parte directo a la disquería a comprarlo. Lo hizo con lo último de Napalm Death y cuenta los días para el lanzamiento de lo próximo de Slayer.

“No quiero usar la misma palabra que Matías, pero sí, hay una magia en el metal”, reafirmó Jorge Hurtado. El productor sostiene que un álbum es una eficiente carta de presentación y anima a las bandas a registrar su material en estudio como requisito para acceder a los escenarios. “Chargola” reconoce el enorme esfuerzo que existe detrás de un álbum, un trabajo intelectual y una inversión monetaria que las descargas indiscriminadas no pueden aniquilar.

Y podríamos continuar. Los panelistas colocaron varios temas sobre la palestra y una enriquecedora sobremesa prolongó el debate por varias horas más. Ya pensamos en replicar la experiencia, no solo en Rancagua, sino en otras ciudades. Como palabras finales, un enorme GRACIAS a quienes hicieron posible esta actividad:

Paula Barouh
José “Toño” Cabezas
Cervecería Caudillo
Jorge Ciudad, editor Revista Bulldozer
Álvaro Fernández y toda la producción del Shock Metal Fest
Cote Hurtado, director Rockaxis
Jorge “Chargola” Hurtado
Matías Leonicio
Tienda Rockstore
Ignacio Orellana y Chilean Metal
Lino Rivera y la Casa del Músico
Sick Bangers
Studiomusica
Pub Golden Active
Municipalidad de Rancagua

Fotografías gentileza de Manuel Cabezas.

Álbumes imprescindibles: glam rock

David Bowie
The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars
1972

Disco conceptual en el que Bowie narra la historia de “Ziggy Stardust”, alienígina, rockstar y bisexual que viene a la Tierra a rescatar a los seres humanos de la banalidad. Uno de los álbumes que mejor resume el glam de la época: los guitarreos duros de Mick Ronson, arreglos orquestales, una excelente sección rítmica compuesta por Trevor Bolder y Mick Woodmansey y coros muy líricos. Todo un clásico que ha influenciado a artistas y grupos como los Smashing Pumpkins y Marilyn Manson.

New York Dolls
New York Dolls
1973

Una de las bandas malditas e ignoradas en la historia del rock. Formados inicialmente por David Johansen, Johnny Thunders, Sylvain Sylvain, Arthur Kane y Jerry Nolan, querían imitar a los Rolling Stones pero con un sonido más sucio, vistiendo de tal forma que pareciesen mujeres salidas de un burdel. Sin saberlo, fueron los padres del punk por sus riffs pesados y la imagen de un vocalista que gritaba desesperado. Producido por el músico Todd Rundgren, otro artista subestimado, contiene canciones basadas en los riffs de Chuck Berry y los propios Stones, como “Personality Crisis”, “Trash”, “Pills”, “Private World” y “Jet Boy”.

Alice Cooper
Love it to Death
1971

Tercer álbum de Alice Cooper, donde por primera vez suena al estilo glam rock, tras dos álbumes más bien psicodélicos. El cambio es responsabilidad del productor Bob Ezrin, quien ayudó a escribir una música más violenta y brutal, a la manera del glam en Estados Unidos. El disco contiene clásicos como “I’m Eighteen” e “Is it my Body” y otros buenos temas como “Black Juju”, “Caught in a Dream” y “Ballad of Dwight Fry”, con un sonido que recuerda a bandas de Detroit como MC5 o The Stooges.

Por Morte Lunaris
Mayo, 2009

Euforia del público chileno derrite a los rudos vikingos de Amon Amarth

Johan Hegg no se cansaba de sonreír, repetir las palabras “muchas gracias” y golpear su pecho con la mano izquierda en forma de puño. El corpulento vocalista se manifestaba emocionado por un teatro atestado de fanáticos que aguardaron por años la visita de la banda sueca que tributa la mitología nórdica. El calor de los fans terminó por conquistar a los severos vikingos, rendidos ante la efusividad de una audiencia que no conoce otra manera de desenvolverse en un concierto de rock: movida por pura pasión.

Los escandinavos irrumpieron en el escenario ante un público enardecido por la prolongada espera. El comienzo fue atronador, con “Twilight of the Thunder God”, que marcó la pauta de un sonido potente e impecable que acompañó a la banda durante su extensa presentación. El Novedades parecía desprenderse de su mala fama en el terreno acústico para ofrecer su mejor cara. Los suecos repasaron su repertorio e incluso hubo tiempo para una pausa, cuando recargaron sus vasos con el contenido de un pequeño barril de cerveza marca Kunstmann e hicieron un “salud” por los eufóricos anfitriones.

Si hubiese que reducir este concierto a una sola imagen será la de un quinteto estremecido por la exaltación de sus seguidores. La despedida se prolongó porque el público exigía su presencia. Los músicos, además de obsequiar uñetas y baquetas, bajaron de la tarima para dar la mano a los fans apostados en la primera fila. Luego, sostuvieron un lienzo que unía las banderas de Chile y Suecia. Hegg hacía una última reverencia ante los fanáticos y tomaba el barril cervecero para llevarlo a camarines.

Algo recuperado del intenso headbanging que protagonizó sobre el escenario, el guitarrista Olavi Mikkonen se refirió a su encuentro con la audiencia local, sentado sobre un sillón tapizado en color violeta. “Es nuestra primera vez en Chile y fue muy divertido, indicó a Ciudad Metal. Habíamos oído que el público era muy bueno, así que en cierto modo lo esperábamos. Estamos muy felices. Esperamos regresar, no sabemos si pronto, pero eso esperamos”.

Ya mudados de ropa, los Amon Amarth brindaron un momento inolvidable a un singular grupo de fanáticos. Ataviados como vikingos, con pesados trajes de piel y cotas de malla, los fans se comportaron cual trekkies en una convención de “Viaje a las estrellas”, tomándose decenas de fotografías con sus ídolos, requiriendo autógrafos en carátulas de discografías completas, solicitando a Johan Hegg que soplara un cuerno y hasta que se probara un gorro.

Audiencia chilena hizo de Heaven and Hell un himno imposible de olvidar

Habían transcurrido quince minutos desde que los músicos abandonaran el escenario, pero el público aún entonaba la épica introducción de “Heaven and Hell”. No era para menos, después de escuchar una versión extendida del clásico de Black Sabbath, generosa en improvisaciones y lujos musicales dignos de cuatro leyendas del heavy metal, progenitores del género y a quienes un sinnúmero de grupos actuales debe su existencia.

Dio asoma para interpretar “The Mob Rules”. El cantante se ve tan frágil, de piernas delgadas como dos palillos, que parece no haber relación entre aquella voz gigante y su diminuta figura. Magnético y teatral, enciende el Movistar Arena apenas mueve sus labios para llenar el coliseo con los temas que le dieron su sello a los Sabbath. “Children of the Sea”, “Die Young”, “Neon Knights”, “Falling off the Edge of the World” y varios cortes del álbum más reciente, “The Devil you Know”, como el sencillo “Bible Black”.

En este periplo hacia el pasado, pero con la vigencia de quienes ya ganaron un lugar en la historia del rock, le acompañan tres músicos de talla mundial. Tony Iommi, señor de las guitarras densas y las atmósferas oscuras, Geezer Butler, un bajista a quien se le hacen pocas las cuerdas de su instrumento al que saca tanto lustre como si fuese una guitarra, y Vinny Appice, que con un solo bombo es capaz de inundar de fuerza los temas de la banda. Alineación de lujo.

El recital alcanzó su clímax con la interpretación de “Heaven and Hell”. De pronto, un foco ilumina de rojo el rostro de Dio en escena sacada de una película de terror, más todavía cuando un efecto hace que su voz suene como la de un hechicero perverso. La noche termina con el tradicional obsequio de baquetas, mientras Iommi introduce una mano en uno de los bolsillos de su abrigo de cuero negro y desata una tormenta de uñetas disputadas por los asistentes más próximos.

Lejos de ser un número del recuerdo, o una gira impulsada solo por la ambición de alimentar sus cuentas bancarias, Heaven and Hell es un acto tan vigente que deja una lección a las bandas más jóvenes. Una de genio y humildad que nada más que los grandes pueden brindar.