Audiencia chilena hizo de Heaven and Hell un himno imposible de olvidar

Habían transcurrido quince minutos desde que los músicos abandonaran el escenario, pero el público aún entonaba la épica introducción de “Heaven and Hell”. No era para menos, después de escuchar una versión extendida del clásico de Black Sabbath, generosa en improvisaciones y lujos musicales dignos de cuatro leyendas del heavy metal, progenitores del género y a quienes un sinnúmero de grupos actuales debe su existencia.

Dio asoma para interpretar “The Mob Rules”. El cantante se ve tan frágil, de piernas delgadas como dos palillos, que parece no haber relación entre aquella voz gigante y su diminuta figura. Magnético y teatral, enciende el Movistar Arena apenas mueve sus labios para llenar el coliseo con los temas que le dieron su sello a los Sabbath. “Children of the Sea”, “Die Young”, “Neon Knights”, “Falling off the Edge of the World” y varios cortes del álbum más reciente, “The Devil you Know”, como el sencillo “Bible Black”.

En este periplo hacia el pasado, pero con la vigencia de quienes ya ganaron un lugar en la historia del rock, le acompañan tres músicos de talla mundial. Tony Iommi, señor de las guitarras densas y las atmósferas oscuras, Geezer Butler, un bajista a quien se le hacen pocas las cuerdas de su instrumento al que saca tanto lustre como si fuese una guitarra, y Vinny Appice, que con un solo bombo es capaz de inundar de fuerza los temas de la banda. Alineación de lujo.

El recital alcanzó su clímax con la interpretación de “Heaven and Hell”. De pronto, un foco ilumina de rojo el rostro de Dio en escena sacada de una película de terror, más todavía cuando un efecto hace que su voz suene como la de un hechicero perverso. La noche termina con el tradicional obsequio de baquetas, mientras Iommi introduce una mano en uno de los bolsillos de su abrigo de cuero negro y desata una tormenta de uñetas disputadas por los asistentes más próximos.

Lejos de ser un número del recuerdo, o una gira impulsada solo por la ambición de alimentar sus cuentas bancarias, Heaven and Hell es un acto tan vigente que deja una lección a las bandas más jóvenes. Una de genio y humildad que nada más que los grandes pueden brindar.