Katon W. de Pena no podría ser más simple. Sin divismos de ninguna especie y apenas terminado el concierto ofrecido en Rancagua, el magnético líder de Hirax recibe a los fans que se cuelan en el camerino situado en un segundo piso. Dispuesto a seguir la transmisión televisiva del encuentro Chile versus Venezuela, luce la camiseta oficial de La Roja e incluso se coloca un tricolor gorro de arlequín cuando posa para una fotografía.
La segunda fecha de los thrasher estadounidenses corroboró que su puesta en escena excede los márgenes de un concierto cualquiera: es una experiencia donde cada uno de los asistentes interpreta el rol principal. Quienes vieron el DVD “Thrash And Destroy” comprobaron que aquel registro es la fiel reproducción de su manera de abordar los escenarios. Una donde casi no existe límite entre público y banda, porque voces y manos se funden a cada instante.
“El Diablo Negro”, tema homónimo y alias personal, luce tonificado y jovial. Sobre la tarima, y arriba de los cinco centímetros que añaden sus botas de plataforma, Katon W. de Pena alimenta la energía de la audiencia en todo momento. Cruza los brazos haciendo el signo de los cuernos con ambas manos, sonríe enseñando una impecable dentadura y abre sus ojos de manera tal que parece que fueran a escapar de sus cuencas.
Su música es una apología al tempo acelerado del thrash. “The New Age Of Terror”, “Hate, Fear And Power” y “Hostile Territory” presentan la esencia más pura de un género que revolucionó los oídos en los ochenta y que parece vivir una segunda encarnación en nuevas generaciones. Una performance inédita en Rancagua que contó con la apertura de Nuclear, quienes a estas alturas son un aperitivo tan fuerte como el plato principal.