Ahoora, banda de heavy metal iraní

Ni el dinero, ni la desmotivación ni las diferencias personales son un problema para Ahoora. Cuando en este lado del mundo las bandas nacen, tocan y desaparecen de forma constante, quienes vieron la luz en territorios menos afortunados hacen de la pasión por la música una cruzada diaria. En países islámicos como Irán, donde la religión gobierna todas las esferas de la sociedad, empuñar una guitarra es el más grande acto de rebeldía.

A nuestra casilla electrónica escribió Milad Tangshir, compositor de la mayoría de los temas de Ahoora. En 2004, relata, grabaron un demo con canciones propias más un cover de Iced Earth, para presentar al Ministerio de Cultura en busca de la autorización oficial para realizar un show en vivo. No lo obtuvieron, sin embargo no abandonaron el sueño, uno que cada día se vuelve más difícil de alcanzar.

Contra todo, y gracias a medios como Internet, han difundido el material que registraron el año 2006. Así han conseguido que su disco sea revisado en páginas especializadas, corriendo la voz acerca de lo que significa hacer música en un lugar donde aún se practican las ejecuciones públicas y las organizaciones de derechos humanos denuncian el uso sistemático de la tortura, tanto física como psicológica.

– Cuéntanos cuándo comenzaron a tocar y quienes integran la banda.
– Ahoora se formó a fines de 2001. Además de mi están Alireza Saeedian en la guitarra, Mohammad Baei en el bajo, Ario Noorfardy en batería y Ashkan Hadavandkhani en voces. Tres de nosotros somos estudiantes universitarios. Estamos intentando tener un sonido propio, que creo fluctúa entre la vieja escuela del thrash metal y el power progresivo.

– El acceso a la música occidental está prohibido en tu país, no obstante citas a Iced Earth como una influencia fundamental. ¿Cómo lograron hacerse de un background rockero?
– Hemos escuchado un montón de bandas. Tú sabes que ahora puedes obtener cualquier tipo de música vía Internet. Antes, la gente que venía del extranjero traía algunas cintas o discos y pronto todos podíamos oírlos. Pero ahora la gente descarga la música que desea.

– El Islam impone un montón de restricciones. No pueden grabar, no pueden tocar frente a un público. Hacer música en esas circunstancias debe ser bastante decepcionante.
– Es muy frustrante no realizar conciertos ni lanzamientos. Por eso el número de músicos está decreciendo en Irán. Y no hay forma de lidiar con eso. La cultura y la religión funcionan así en esta parte del mundo. ¿Qué podemos hacer contra las leyes? No hay manera. No hay posibilidad siquiera de promocionar un disco. Nosotros grabamos nuestro debut en casa, casi sin equipamiento.

– ¿Cómo hacen para mantener arriba el sitio?, ¿han enfrentado problemas de censura?
– Nosotros mantenemos el sitio. No hay acceso a muchas páginas y la censura se hace cada día más fuerte.

– A pesar de los obstáculos, ¿podríamos hablar de una pequeña “escena metal” en Irán?, ¿existe un círculo de bandas en las mismas condiciones que ustedes?
– Es difícil de explicar. Tenemos una escena, algunas bandas y muchos seguidores, pero ¿puedes llamarla “escena” cuando no hay tocatas, promoción ni lanzamientos? Creo que si hablamos de una escena las presentaciones son algo muy importante. O sea, no hay crecimiento o pasión si no puedes ver a las bandas en vivo.

– En una de sus líricas señalan “soy un juguete”, ¿es así como se sienten bajo las reglas del Islam?
– De hecho no es como nos sentimos, pero sí es como se sienten millones de personas, como parte de una masa. Es la historia de nuestra sociedad y nuestro mundo. La canción habla del asesinato del “individuo”, desvanecido en la gran masa de personas-ovejas con alas de madera.

– ¿Son musulmanes observantes?
– No, por supuesto que no creemos en esa basura.

– Con tantas dificultades, ¿no ha pasado por su cabeza huir del país?
– Billones de veces. Cuando cancelaron nuestro único concierto en dos años solo 24 horas antes del show. Cuando no se muestra respeto por el arte o la humanidad, cuando los derechos civiles básicos parecen tan lejanos de alcanzar. ¿Qué harías tú? Para ser honesto, la inmigración es la meta más importante en este momento.

– ¿Qué piensas del conflicto de Irán con Estados Unidos y las Naciones Unidas por la explotación del uranio y la posible creación de armas nucleares?
– Creo que sin duda ambas partes están creando problemas. Pero quizá puedo comprender el miedo mundial por el asunto nuclear. Cada país necesita los mejores científicos. Pero no negaré que Irán está apoyando algunos terroristas o grupos de resistencia. Imagina que una vez tuve un cuchillo y amenacé él, ¿dejarías de temer si ves que sostengo una pistola?

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Marzo, 2007

Angela, estrella absoluta de Arch Enemy

La primera vez que escuché a Angela Gossow pensé que así cantaría Linda Blair, si la posesa niña de El Exorcista militara en una banda de rock. Es que su registro no es precisamente el adquirido en un conservatorio, como sucede con otras agrupaciones que tienen en común con Arch Enemy el liderazgo femenino. Me resultó desagradable que una mujer emulara lo hecho por miles de vocalistas de death metal. Pero más rápido de lo que suponía me congracié con ella y convertí “We Will Rise” en un himno personal dedicado a los mediocres que nos gobiernan.

Hasta que pude verla en vivo. La aguerrida germana tocó junto a su banda el sábado 27 de enero en el Teatro Teletón de la capital. Es bella, energética, imparable sobre el escenario y no sé cómo acabará su garganta después de gritar temas como “Nemesis”, “Burning Angel” y “Dead Eyes See No Future” por más de una hora. Sin embargo, por una cuestión individual de crearme expectativas muy altas, casi siempre termino defraudada, porque al final las cosas nunca son como las imaginaba.

Por ejemplo, pienso que si un grupo viaja por tantas horas, tantos kilómetros, lo mínimo es ofrecer un espectáculo extenso. No estamos en cualquier lugar del planeta. Es Chile, la esquina olvidada del mundo, donde bandas y solistas se hacen la América hacia el ocaso de sus carreras, o sea, tres décadas después de su momento de gloria. ¿Por qué no preparar un show más largo si saben que quizá no habrá regreso? Y sin dificultades de sonido, las que fueron severas al comienzo del concierto, aunque esto sea resorte de la producción.

Nota aparte para la gente a cargo de la seguridad, que trata como ganado a los asistentes y tras pronunciar un par de palabras deja en evidencia una pobre formación. Sí, también podemos ser amables, usar buenos modos, no lanzar la caballería encima y apelar al sentido común al enfrentar una situación no establecida en ningún papel. En cualquier caso, prefiero quedarme en la retina con la imagen de una banda potente y vibrante, que desprende una energía especial, sin duda emanada del innegable magnetismo de Angela Gossow.

Febrero, 2007

Ozzy lo tiene

Los recuerdos son demasiados mientras esperamos que el grande nos deleite por segunda vez con sus temas históricos. Miles de historias y recuerdos se me vienen a la mente. Desde el primer vinilo que compré en Santiago, “Diary of a Madman”, en la extinta tienda Fusión de la galería Drugstore. Un dilema porque solo tenía dinero para uno.

Ozzy lo tiene todo, por eso está en el inconsciente colectivo de todo rockero. Energía desbordante desde inicio a fin, una base tan potente que es inevitable quedar con tu cabeza en la manos de tanto agitarla. Para qué hablar de la guitarra. Si alguien entiende algo de música sabe que Ozzy ha tenido en sus filas solo a maestros. ¡Qué potencia! Es indescriptible, si en el lugar que te ubicaras recibías el golpe de potencia, una pared de dos metros de amplificadores a cada lado.

Sin duda esta vez fue más que el Monster del 1995 en el Caupolicán, aunque no puedo desmentir que la emoción de verlo por primera vez ese año fue algo desbordante. Pero ahora había mucha más producción, se hizo acompañar de material audiovisual, una iluminación de lujo y como dejar de mencionar al guitarman Zakk Wylde, a quien vimos madurar junto a Ozzy desde sus 17 ó 18 años. Un tipo que aporta la presencia y solidez en acordes y melodías extraídas de su ropero de guitarras. Recreando los mejores pasajes de la trayectoria del Monster Osbourne: desde el condenado Tony Iommi hasta el maestro de maestros Randy Rhoads (R.I.P.) a quien obviamente rinde tributo con su desfile de guitarras, algunas de ellas muy al estilo Randy.

Podría haber tocado éste u otro tema, pero yo soy agradecido con lo que vi y escuché. Es que nunca daría el gusto a toda su tropa, son muchos años y muchos temas. El setlist seleccionado estuvo a la altura, “Bark at the Moon”, “Crazy Train”, “Suicide Solution”, “Paranoid” y el majestuoso “Mr. Crowley” me dejaron más que satisfecho, con mi alma tranquila pensando que tal vez fue la última vez que en estas tierras vimos al abuelo del metal. Ojalá que no. ¡Ah!, se me olvidaba agregar un comentario aparte son los molestosos paseitos de siempre de los “metaleros” que entre vuelta y vuelta no ven nada del show, ¡hasta cuando por favor si la cosa no es mall! Bueno y finalmente recordar que si buscas algo, Ozzy lo tiene…

Suerte y hasta pronto.

Abril, 2008