Review: De Profundis


De Profundis
A Bleak Reflection
Kolony Records
2010

La banda británica muestra su más reciente trabajo, uno que sorprende por muchas cosas, pero en lo esencial por su gran capacidad de fusionar diferentes elementos del metal y presentar una obra compacta y coherente.

A mi parecer, existen dos líneas nítidas en su manifiesto: una clara veta melancólica y una leve dosis de progresivo estilo Opeth. Pero “A Bleak Reflection” es eso y bastante más. Se trata de un disco que me dejó muy complacido con sendos pasajes de doom cargados de atmósferas tristes y depresivas. Memorable es el inicio del segundo tema con esos leads tristes en guitarras y la voz de Craig Land, que complementa con un registro gutural muy amplio y potente, que otorga peso y en ciertos pasajes saca a relucir dosis de black. Por ejemplo en el tercer corte, a mi gusto el más black dentro de la placa, sumado los blast beat de la batería. Por otro lado se nos presenta un sonido fretless en el bajo que demuestra una inclinación hacia el jazz, sobre todo en los tramos con leads en guitarras y en los segmentos limpios, dando un toque de fusión al disco completo, sin perder peso en las partes más enérgicas. Bandas como De Profundis reviven de una manera fresca el espíritu de Death en las armonías de las guitarras.

El sonido del álbum es de excelente factura y la mezcla muy bien lograda: clara, contundente, poderosa y prolija, tanto en los tramos heavies como en los limpios. El track siete muestra un pequeño homenaje a Santana a través de un tema instrumental que rescata ese toque latino que Opeth recogiera mucho antes como referente. El cierre lo hacen con tema bien heavy que combina muchas influencias y que me trae a la mente recuerdos del metal que escuché hace más de 20 años tal vez. Increíble el poder de la música y mérito para De Profundis.

Por Sergio Evans

Overkill saldó con yapa deuda de 25 años con el público local

El año de conciertos recién arranca, pero la vital performance de Overkill ya ingresó a la lista de los shows más memorables del bicentenario. Sí, porque se trata nada menos que de una banda pionera del thrash metal de comienzos de los noventa y que debía visitar el país hace rato. Aunque reconozco que no soy fanático, desde que ejecutaron los primeros riffs de “The Green and Black“, y se nos vino encima un murallón de guitarras que destrozaban por su potencia y nitidez, intuí que sería uno de esos recitales imperdibles.

El público, en su mayoría fans acérrimos de la banda, gritaba la líricas tema tras tema, como sucedió en su segundo corte, “Rotten to the Core”, extraído de su disco debut de 1985, cuando estos tipos dieron con la alquimia exacta de estilos que definirían el thrash: una buena dosis de heavy metal, algo de hardcore punk, una batería veloz y guitarras súper agresivas.

En verdad es impagable asistir a semejante muestra de entrega y energía sobre el escenario, una que contagió a cada instante a los asistentes manteniéndolos atentos a todos los detalles. Es que da gusto ver a un frontman que mantiene intacto su característico timbre de voz y que luego de un mensaje de apoyo tras la reciente catástrofe nos dice “Chile es más fuerte que el terremoto”, ganándose el afecto de toda la audiencia. En momentos en que andamos algo sensible, gestos de este tipo dentro de la música que amas te conmueven. No todo está perdido, no todo se ha transformado en sucias formas de hacer dinero.

Overkill continuó el viaje a través de su discografía revisando todos sus álbumes. Fue un show pensado para los incondicionales de la banda y según pude testear dejó a todos felices en una presentación de más de una hora y media de duración. A mitad del concierto presentaban dos cortes de su último disco, “Ironbound”, que está bastante poderoso y pesado. Se acercaba la primera hora de show y lanzaban “Overkill”, el cover de Motörhead, y el clásico “Elimination”, para retirarse al descanso antes de la estocada final que acabaría con cortes del mejor punk rock en “Old School” y el clásico “Fuck You”, que cerró de manera majestuosa este esperado show.

¿El balance? Ciento por ciento positivo: gran local, excelente sonido, buenas luces, público de lujo y una banda que demostró estar más vigente que nunca.

Por Sergio Evans
Fotos de María Loreto Correa

Fans chilenos emocionan y exasperan a Benediction

Los fanáticos chilenos son apasionados, bullangueros y cuando no consiguen bajar su nivel de agitación pueden transformarse en un fastidio. Así ocurrió durante el tremendo y esperado concierto ofrecido por la banda de death metal británica Benediction, que recibió lo mejor y lo más irritante de la audiencia local, al punto de advertir que tomarían un vuelo de regreso si el estrecho escenario del Rock & Guitarras se convertía en un paseo público.

El show partió tarde, bien para nosotros que íbamos con retraso después de habernos consumido en un tremendo taco en Paine. Solo alcancé a ver el final de Massacre, por lo que no opinaré respecto a su puesta en escena. Una vez terminado su show, aparecieron estos tipos serios instalando sus cosas, tarea en la que se tomaron bastante tiempo. Y bastó que tocaran el primer riff para darme cuenta de lo que venía: un sonido áspero y filudo paneado en ambas guitarras.

Comenzaron a sucederse los temas dejándonos gratamente satisfechos y el público empezó a manifestarse. Ya a la mitad del show y casi sin percatarme del tiempo transcurrido levanté la vista y vi como este trío de cuerdas daba una cátedra del mejor death metal inglés, ese con cortes bien demarcados como en “Nothing On The Inside” y “Suffering Feeds Me”, ultra heavys mezclados con ritmos sincopados del hardcore/punk. “Cogote de goma a full” en las palabras de un amigo.

En esos momentos todos disfrutaban ciento por ciento el recital. Por desgracia, algunos sujetos daban un triste espectáculo para los músicos y el resto del público. La buena disposición de la banda, que sostenía que todo fanático era bienvenido en el escenario mientras no interrumpiera el cometido de los músicos, se diluyó en la obstinación de no más de cinco individuos que subieron una y otra vez. Tanto, que el grupo debió pausar tres veces ya que estos tipos que se repetían el plato amenazaban la continuidad del show al cortar los cables, mojar las guitarras e intentar robar la polera a Dave Hunt en la mitad del clásico “Magnificant”, coreado por todos.

El calvo frontman terminó cediendo su atuendo y el fanático favorecido transformó el gesto en un amable intercambio que casi le cuesta la cabeza tras un ademán de golpe de bajo de Frank Healy, quien se notaba muy incómodo empujando a los intrusos fuera de las tablas. Una lástima para quienes disfrutábamos del concierto y veíamos como la banda le daba un par de vueltas al tema, se calmaba y retomaba la entrega. Sí, porque tras este inconveniente Benediction continuó interpretando con más energía e igual manejo. Y Hunt, mantenía esa voz potentísima.

Una banda de lujo que pisó nuestro territorio después de 24 años, como el vocalista repitió en un par de oportunidades. No quedamos indiferentes frente a tal magnitud de metal y tal cual indicó el intérprete, no deseamos que pase un número similar de años para que regresen a estas latitudes.

Por Sergio Evans
Fotos de María Loreto Correa

Teatro lleno y euforia colectiva para los padres del brutal death

Sin un mínimo retraso respecto a la hora establecida se inició el show más esperado por todos los amantes del brutal death metal. Nada menos que los padres del estilo regresaban a presentarse ante sus seguidores chilenos y con una banda de semejante estatura la satisfacción está garantizada. El Teatro Novedades se hallaba repleto de fans eufóricos que respondieron con efusión a los tracks que los estadounidenses interpretaron al mando de su vocal George “Corpsegrinder” Fisher, quien encendió cada vez más al público con su característica voz gutural extrema que no dejó a nadie impávido. Cannibal Corpse preparó un tremendo setlist que bordeó los veinte temas, entre los que destacaron las canciones de su último disco que combinan una serie de elementos en los tempos, y naturalmente los clásicos enganchados al final del show ofreciendo una presentación muy completa, sin espacios ni descansos. Cannibal no dio tregua a sus fans y para el turno de “A Skull Full of Maggots”, “Hammer Smashed Face” y “Stripped, Raped and Strangled”, el sonido aplastante y los riffs con sonido californiano dejaban a los asistentes exhaustos y sin ese gusto a poco que a veces dejan otras bandas.

Eso sí, esta vez el teatro no ayudó a la definición que requiere un estilo como el brutal death metal. En otras oportunidades bandas similares han obtenido un sonido más apropiado, como también en varias ocasiones el público ha sido víctima de un rebote horrible que desdibuja detalles importantísimos, como sucedió en el caso de Cannibal. A ratos se ansiaba una batería más cercana y ni con tapones se conseguía la definición de los golpes de Paul ni los leads de Pat. Un dato importante para oídos más exigentes y para tener en cuenta en próximos eventos.

Por Sergio Evans
Fotos de María Loreto Correa

Obituary: los maestros de Florida hacen sudar al Rock & Guitarras

Si alguien por un momento había olvidado quién es Obituary, el quinteto de Florida en persona afirmó por qué es maestro en su estilo. En un show potentísimo, la banda ofreció su versión del death metal, una cargada de medios tempos transformados del thrash sumados a la desgarradora y particular voz de unos de los fundadores del género en Estados Unidos.

El show comenzó con la presentación de la banda local Orategod, que abrió para el público que a esa hora se instalaba en el Rock & Guitarras, aunque todavía una gran cantidad de asistentes deambulaba en los alrededores. Una actuación sólida que demuestra que el trabajo y la persistencia rinden frutos.

Obituary apareció en el escenario con un retraso de casi media hora. La temperatura reventaba el lugar, que se hizo incómodo para el público y la propia banda que apenas podía desplazarse sobre el escenario, cuya única ventaja es que admite una cercanía que difícilmente se experimenta en otros recintos. “List Of Dead” anuncia lo que será la jornada, con un sonido aplastante, pero aún así entendible y una batería muy definida. Le seguirían clásicos del disco “Cause Of Death” que dejarían estrujando las poleras a la fanaticada más fiel del death metal que se transformó en una masa al son de los cortes que venían.

No pudo dejar de llamarme la atención la performance de John Tardy, a quien noté preocupado, ido, aunque sin dejar de lado una entrega vocal del ciento por ciento. Ni tampoco un polerón que vistió estoico en medio del calor inhumano que se vivía dentro del local. Trevor, por su parte, demostraba cuanto peso tiene en la creación y dejaba claro que es fanático de las stratocaster. Destacadísimo el trabajo del bajista Terry Butler (Death/Six Feet Under) quien potencia los temas con la solidez que se necesita para una performance en vivo.

La primera guitarra, y como lo es ya desde 2007, está a cargo del conocido maestro Ralph Santolla, quien manejó el show con propiedad como si fuese el miembro más antiguo de la banda. Es que el tipo tiene oficio y llamó al público a cantar, saltar y gritar por Obituary. Cuando vino el corte había transcurrido exactamente una hora de recital. La verdad es que pasó muy rápido y faltaban muchos temas. Tras unos minutos entra Donald para hacer un solo de batería y dar inicio a la última parte del show con un público cada vez mas enganchado, al punto de desbordarse al escenario. Era la hora del “Slowly We Rot”. El anuncio del tema ya nos dejaba con ganas de más, pero esta interpretación en una versión aun más densa y desgarradora en las guitarras cerraba todo y a descansar. La banda se despidió fugazmente del público e incluso John abandonaba antes el escenario.

Un gran show que dejó en claro una vez más el poder del death metal de Florida, con ese toque que los diferencia de otras agrupaciones. Encierro este show, más los de Entombed y Malevolent Creation en un mismo baúl de los recuerdos. Para no olvidar.

Por Sergio Evans
Fotos de María Loreto Correa