“Ripper” Owens: una voz que ya no está para covers

Tim “Ripper” Owens acarrea su propia hinchada. Una que lo conoció cuando en el sueño dorado de cualquier fanático ocupó la plaza de frontman de su banda favorita, Judas Priest, y que interpreta el popular “Painkiller” con la misma devoción que corea un épico corte de Yngwie Malmsteen. Y es que el nativo de Ohio es una de las voces privilegiadas del heavy metal, aquellas capaces de llenar una catedral y encender como nadie el genuino espíritu del acero.

Desde su ingreso a las grandes ligas, Owens no ha parado de cantar. Tras su trabajo junto a los metal gods y luego en Iced Earth, el cantante formó Beyond Year y fue reclutado por Malmsteen para interpretar su producción más reciente. Hace pocos meses encabezó un cartel de figuras en la megabanda Hail y ahora el retorno era para promover su primer álbum solista, “Play My Game”. Aunque para bien o por desgracia, lo que el público demanda de su persona es el repaso obligado de los clásicos.

El espectáculo comenzó con Sangre de Acero. La banda destacó por la inmensa voz de Karina Contreras y un buen trabajo de guitarras. El segundo turno correspondió a Inquisición, quienes otra vez honraron sus pergaminos en una performance sólida y festiva desde su aparición ataviados cual monjes franciscanos. Paulo Domic destelló en su performance vocal, y la soltura de Manolo Schafler en las seis cuerdas hicieron que tocar la guitarra como él pareciera cosa de niños.

Acompañado de una banda soporte ciento por ciento chilena, “Ripper” abrió con “Electric Eye” y de ahí en más todo fue una fiesta. “Highway Star”, “Flight of Icarus”, “Symptom of the Universe”, “Breaking The Law” y “Living After Midnight”. En medio de los covers, el cantante filtró tres temas de su creación -“Believe”, “It is me” y “Starting Over”- pero ninguno igualó el entusiasmo de la audiencia cada vez que la guitarra de Schäfler insinuaba la interpretación de un hit.

Owens actúa como un nómade. Una lástima que teniendo un caudal de voz envidiable para cualquiera que intente pisar las arenas del heavy clásico no consiga establecer una banda que lo sustente. Una decisión quizá fundamentada en comodidad y costos, pero un intérprete de su estatura merece un sitio más estelar que el de mero cantante de covers. Para una nueva oportunidad anhelamos que “Ripper” deslumbre con un repertorio propio. Con semejante talento, no cabe duda que lo conseguirá.