El metal chileno se rehúsa a abandonar las estanterías. Esta vez el volumen nace de la pluma del sociólogo y fanático del género Maximiliano Sánchez, quien abordó el origen de la escena thrash local en su tesis de grado, mismo trabajo que durante marzo publicará en formato libro a través de RIL Editores, bajo el título de “Thrash metal del sonido al contenido: origen y gestación de una contracultura”.
La investigación inicial le tomó cerca de un año, pero la obra que llegará a las librerías viene recargada con biografías, fotos y datos que no aparecieron en la memoria presentada en la Universidad de Chile. “Hacer coincidir esta nueva información, de un carácter mucho más lúdico, y hacerla calzar con información más académica fue todo un tema. Eso me tomó varios meses entre las correcciones mías y de la editorial”, explica el autor. “Mi idea siempre fue que el texto fuese entretenido de leer por todos, espero haber logrado ese propósito”.
– ¿Hablas solo de Santiago o también de lo que sucedía en otras ciudades?
– Hay referencias al metal en regiones, pero sólo a nivel más descriptivo. Bandas, producciones, lugares de reunión y una que otra anécdota, pero el análisis más sociológico del metal como cultura se centró en Santiago y en lo que pasaba acá. Las personas entrevistadas también. De todas formas es algo lógico, la cosa nació en Santiago a pesar de que se diga en 1985 ya había thrashers en otras partes de Chile. Eso efectivamente fue así, pero era un hecho muy aislado y no era posible hablar de un movimiento organizado.
– Durante los últimos años se han editado los libros “Retrospectiva al metal chileno” y “Pájaros negros”, ¿qué atractivo posee este tema para el público y cuál piensas que será el aporte de tu propia publicación?
– “Pájaros negros” son historias y crónicas que no necesariamente hablan de los orígenes del metal, inclusive se entrevista a Nuclear que es una banda actual. Por su parte “Retrospectiva al metal chileno”, a pesar de su énfasis en lo descriptivo e iconográfico, me parece notable, sobre todo esto último, además que el autor rescata información muy valiosa de bandas y fanzines que prácticamente no se conocían. Ambos trabajos son importantes, entre más se escriba de esto mejor y es de esperar que la gente responda en cuanto a la compra de dichas producciones. Se escribe tan poco de esto que sería bueno que el público respondiera. Así yo y otros más se motivarían a continuar en esto. Siento que mi trabajo tiene el valor agregado de entender al metal como una cultura y revindicar a los metaleros como tal, como una contracultura que se gestó en un contexto de dictadura y que de una u otra forma eso afectó la configuración del movimiento. Es bueno dejar en claro que antes y ahora también, el metal siempre ha estado inserto dentro de un sistema cultural, comunicacional y musical dominante y que eso explica en parte muchos de sus elementos reactivos. En el fondo quiero que todos entiendan que el metal es un arte como cualquier otro y que sus expresiones, aunque parezcan un poco más alocadas, están motivadas por algo y aunque no lo parezca sí tienen una explicación racional.
– Sobre lo mismo, ¿piensas que existe una suerte de idealización de una época que no tuvo nada de idílica?
– De acuerdo con que no tuvo nada de idílica. Eso también te lo puede corroborar Fabio Salas, que es un destacado académico y escritor en temas de rock que desmitifica toda esta “pomada” que algunos medios han estado vendiendo de los años ochenta. Obvio que existe una idealización pero creo que más por parte de quienes vivieron esos momentos. Es cosa de verlo a nivel político, existe como una suerte de romanticismo respecto de esa época, además que los medios se han encargado mucho de sobrevalorar esa época, no sé con qué afán. Los ochentas tienen una cara bien fea que espero algún día se sepa verdaderamente y en ese instante me gustaría saber qué opinan aquellos que dicen que les gustaría volver a esa época.
Sobre la idealización del metal de los ochenta, claro que muchos lo hacen, pero creo que es por culpa de nosotros, las generaciones posteriores, que no hemos sabido mantener y perfeccionar ese tremendo legado que se dejó. A diferencia de lo que pasó en los ochenta, hoy en día existen muchas cosas nefastas en la escena, como por ejemplo que la gente no asiste a eventos si no te venden alcohol, van más por el carrete que por la música, restringen la entrada a menores de 18 años que son muchas veces el público más fiel, y que con suerte van cien personas a un concierto de bandas chilenas. Quizá esas sean cosas que los thrashers de los ochenta no vivieron y es por eso que extrañan todo lo lindo de esa época. En lo personal les encuentro toda la razón que idealicen esos momentos, ya que a pesar de que hoy tenemos todos los elementos que en los ochenta carecieron, esto no se ha traducido en una mejora en la escena nacional, ya que esta se encuentra muy fragmentada lo que impide que crezca como conjunto. Es curioso, pero a pesar de haber más público y bandas, Chile no ha logrado el despegue internacional a las grandes ligas. Materia prima hay de sobra, pero algo pasa.
“Thrash metal del sonido al contenido” está en etapa de distribución y de momento sólo es posible obtenerlo a través de Maximiliano, a quien pueden contactar mediante su cuenta de Twitter.