Libro revela la participación de las mujeres en el metal

Ya asomaban su nariz en los ochenta, pero no fue sino hasta la siguiente década cuando se colocaron de igual a igual con sus colegas hombres. Theatre Of Tragedy, The Gathering y Nightwish probaron que las mujeres no eran sólo la chica desnuda que decoraba una carátula o hacía más atractivo un video poblado de tipos en chaquetas de cuero montados en motocicletas. Llegaron para ganarse el respeto de ellos y el público.

Marta Samitowska, reconocida en Holanda por sus comentarios de conciertos y entrevistas a las estrellas del fulgurante firmamento de las vocalistas, reunió material recopilado por años en un volumen más que interesante. Ella misma afirma que no pretende escribir la historia del género femenino en el metal, sino retratar el momento actual principalmente en su país de residencia -Marta es polaca de nacimiento- pues es donde más se ha acentuado la tendencia de incorporar mujeres.

“Power And Majesty” no es un relato cronológico, sino un libro dividido en cuatro capítulos que abordan distintos temas: los primeros coqueteos de las chicas con el rock, el compromiso de tocar en una banda, la mecánica de la composición y la apariencia sobre el escenario. Quienes revelan sus experiencias son conocidas intérpretes como Liv Kristine, Floor Jansen, Anneke Van Giersbergen, Tarja Turunen, Simone Simons, Angela Gossow, Sharon Den Adel, Cristina Scabbia y Sarah Jezebel Deva.

Diversidad es la primera apreciación de la autora. Aunque a simple vista pareciera que todas caben dentro de un mismo saco, existen rasgos distintivos. Uno importante es la formación. Tarja Turunen es el clásico ejemplo de una cantante de escuela. Partió en la Music Academy de Finlandia y continúa en la Karlsruhe University en Alemania. Floor Jansen siguió estudios de canto popular en la Rock Academy y de canto lírico en el Conservatorio de Tillburg.

Al reverso de la moneda, están las autodidactas. Cristina Scabbia, la sensual frontwoman de Lacuna Coil, nunca tomó lecciones de canto, aunque no descarta aprender técnicas de respiración en el futuro. Otra que tampoco supo de profesores es Sarah Jezebel Deva. La vocalista de sesión de Cradle Of Filth solía imitar el estilo de Mariah Carey y cuando participó en Therion fue entrenada por cantantes líricas, como el resto del coro.

Si el “rostro” de la banda es una mujer, un punto que atrapa miradas es la apariencia. Aunque con cada álbum de The Gathering parece nacer una nueva Anneke, lo cierto es que los cambios surgen más de la necesidad individual de verse diferente. Sharon, de Within Temptation, tiene un sello de fábrica: los vestidos. Una moda copiada por Floor en la gira del primer álbum de Alter Forever, pero que luego trocó por un estilo más personal.

Las letras son otro punto abordado. Tarja Turunen se define como una “mensajera” de las canciones escritas por Tuomas, el tecladista y cerebro de Nightwish. También lo es Sabine Edelsbacher, vocalista de la banda austriaca Edenbridge. No así Angela Gossow, quien tiene una clara conciencia sobre el acontecer político que devela en sus composiciones; Dawn Desiree, ex cantante de Rain Fell Within, para quien lo primordial es expresar sentimientos, como lo es para Kimberly Goss, de los fineses Sinergy.

Pero como hay características personales, un factor unificador fue la crianza en familias donde la música estuvo a flor de piel. Sharon Den Adel, tuvo una aproximación de la mano de los clásicos: Santana, Deep Purple, Queen y Pink Floyd. A Liv Kristine la marcaron los álbumes de Black Sabbath de su padre, aunque ya en el vientre materno los progenitores de la diva probaron el publicitado “efecto Mozart”. Como rebelde sin causa, Angela Gossow tuvo su primer contacto con el metal más extremo de Morbid Angel y Napalm Death.

El libro tiene la virtud de refundir una buena cantidad de información. Tanta, que Marta trabaja en la segunda parte, con intervenciones de Kari Rueslatten, Ellen Schutyser de Sengir, Saskia Van Heugten de Morning y al menos tres intérpretes de agrupaciones polacas.