Jorge es igualito a André Matos. Eleva la voz a límites tan agudos como el ex vocalista de Angra, su sonrisa es idéntica y su cabello largo como el del carioca. Incluso habla un fluido portugués. Mientras esperamos más de dos horas por la apertura de las puertas del teatro, observar un ejemplar criollo del cantante es una buena entretención. O escuchar a un grupo de seguidores del charlatán Jorge Castro De La Barra relatar con pelos y señales sus absurdos comentarios.
Y es que para quienes aguardamos por más de dos años este concierto, no fue más que una burla tenernos en la calle hasta poco antes de las nueve, cuando el comienzo del show estaba programado para esa hora. ¡No hay derecho! Lo espectacular fue que el tiempo perdido pasó a mejor vida con una memorable actuación de Shaman. De veras. Porque la banda dedicó su tiempo sobre el escenario a tocar íntegramente las canciones de su latino primer álbum.
Sólo dos temas de Angra, “Lisbon” y “Carry On”, más “Mr.Crowley” de Ozzy Osbourne, completaron el play list. Una apuesta exigente, pues cuando han transcurrido un par de años desde el lanzamiento del disco, la imagen del virtuoso vocalista todavía aparece asociada al desintegrado grupo brasileño. El público así lo siente. No más de mil personas llegaron hasta el Providencia. Aunque por fidelidad no quedaron atrás.
Desde su primer concierto en Chile, en ciernes en un casi vacío Estadio Víctor Jara, Shaman ha visto notorios progresos. La visceral presentación de aquella vez cedió lugar a un show contundente, sin ser pretencioso. Matos luce por su voz, ¡era que no!, dominio del espacio y dotes en el piano. La banda por la sensibilidad impresa en un manojo de canciones de inspiración sudamericana. Aunque, por más de una nariz, el espectáculo es Matos. Genio y figura.
Publicado en junio de 2004