Aunque el show de Tim “Ripper” Owens estaba programado para las 10 de la noche, a esa hora apenas unas 50 personas habían llegado al Rock & Guitarras. De hecho, los encargados de comenzar a calentar motores, “Drakher”, se subieron al escenario mientras la mayoría de los asistentes aún estaba en el bar o conversando cerca de las mesas. Parece que todos sabían que la presentación del ex Judas Priest podría demorarse y se tomaron su tiempo para llegar al local.
Efectivamente, a medida que pasaba la hora, más fanáticos iban llegando y a las 11.30, cuando Ripper por fin salió a escena, unas 200 personas repletaban el recinto. Con un típico look gringo que incluía un jockey y lentes de sol, y acompañado de los mismos músicos de su última presentación -excepto el guitarrista Manolo Schaffler- el estallido comienza con “Burn in Hell” que va pegada a “Painkiller”, una dupleta priestesca que tal vez pocos esperaban tan temprano, pero que transformó de inmediato el concierto en una fiesta.
“This is fucking heavy metal, my friends!” fue el saludo de Ripper a sus fans y también la presentación de “Scream Machine”, que todos corean. La capacidad vocal de Owens sigue siendo increíble y nadie duda por qué se considera una de las mejores voces del metal. Pero luego de este corte deja claro que “ahora voy a cantar y no a gritar… porque gritar es un poco difícil para algunos” y se empieza a escuchar “Diamonds and Rust”, que con su ritmo más pausado deja aún más claro que Ripper es un cantante completísimo. La ovación con que termina da paso a un “ceacheí” que sorprende al músico, y ¡pide que se repita! Qué mejor que pedirle a un chileno que grite un ceacheí: nadie se hizo de rogar y nuevamente se escuchó nuestra especie de grito de guerra, que pareció deleitar al “gringo”.
Pero basta de chilenismos, es hora de que el show continúe con “Heart of a Killer”, seguida de “Desert Plains”. Miro alrededor y no veo a nadie en silencio, todos cantan cada sílaba de los cortes elegidos por Owens para esta nueva presentación en nuestro país, y el músico disfruta la recepción de sus seguidores. “It is me” es lo que suena a continuación y Ripper la presenta como una de sus canciones preferidas de su disco solista “Play my Game”. Se podría haber pensado que la audiencia no estaría tan familiarizada con el trabajo en solitario del actual vocalista de Yngwie Malmsteen, pero por la recepción del corte, habría sido difícil decir que no era otro clásico de Owens.
“¿Quieren algo de Judas Priest?” pregunta a continuación, porque sabe que para los fans nunca será suficiente Judas, y comienzan los acordes de “Hell is Home”. Infaltable era un tributo a Ronnie James Dio y en esta ocasión fue con “Children of the Sea”, que nuevamente hizo estallar el Rock & Guitarras. “The Human Race” vuelve a poner velocidad al show, que luego de “Hell Bent for Leather” y de todo el público casi opacando la voz de Owens, llega a la primera pausa. Sin embargo, al cabo de unos minutos la fiesta continúa con “Living After Midnight” seguida de “Starting Over”, un poco más pausado para presentar lo que venía.
“Este será el último tema así es que ¡vuélvanse locos!” ordena Owens a toda la fanaticada justo antes de que comience “One on One”, un corte preciso para dar término a esta nueva visita de Ripper a Chile, quien al final obsequió uñetas por cientos y hasta ¡regaló el micrófono! Si bien algunos pueden haber quedado con gusto a poco, pues el mismo Owens dijo que tocaría un setlist diferente en el show en Valparaíso al día siguiente, fue una gran exposición de calidad vocal, de interacción con el público y una presentación digna de uno de los mejores exponentes del heavy metal.
Por Isabel Mallea
Fotografías de Julián Pacheco