Ya son más de veinte años que los ingleses abrieron el abanico del doom. A esa altura encontrar compañeros en estos gustos era escaso. Mas difícil todavía encontrar exponentes, el death y el black metal eran los favoritos. Aun así, esos pocos compartíamos material que servía de influencia. Desde ese momento supe cual seria mi línea. No pretendo realizar una revisión de la discografía de My Dying Bride. Muy por el contrario. Esto se trata de dejar de manifiesto la importancia de contar por fin con ellos en Chile.
Recuerdo con extrema exactitud el momento cuando llego a mis manos un sonido oscuro y depresivo, como una variación del death metal que aparecía por esos tiempos. Se trataba de sus primeros trabajos que auguraban algo muy importante que se materializa en su primer larga duración, “As the Flower Whiters”, y ahí comenzó todo. Si bien no fueron los únicos ni tampoco los primeros, sus pasos fueron inspiración para quienes ajustábamos nuestros gustos. Black Sabbath nos había pavimentado el camino hacia los senderos pausados y misteriosos. Los ingleses agregaban armonías tristes y deprimentes en guitarras. No existían los solos espectaculares y nada era muy barroco. El atrevimiento a seguir una marcha lenta en batería, un bombo sincopado y una caja cada dos segundos no era muy común y ponía nerviosos a muchos. Incluso recuerdo que en los primeros eventos donde tocó una banda doom (Sindicato Refractarios Rancagua, 1992), el público les pedía que tocaran mas rápido.
Sin duda, My Dying Bride junto Paradise Lost y Anathema fueron un pilar para lo que hoy conocemos como doom/death metal. MDB, según mi percepción, tiene el mérito de mantener el sonido mas fiel a sus inicios. No a todos mis conocidos les gustó, menos su segundo LP “Turn Loose the Swans”, que bien recuerdo haber comprado una copia en casete. De tanto reproducirla durante los años 93 y 94, la cinta se gastó. Se transformó en un favorito. Incluía armonías con violín y guitarras, las voces se mezclaban entre limpia, death metal e incluso una con tintes black. Una pieza maestra, qué duda cabe. La llegada tardía de estos maestros a Chile cierra un capítulo para los seguidores y exponentes del estilo, que hoy por hoy parecen ser más.