25 años de Wacken en gloria y majestad

Fotografía: Patrick Schneiderwind.
Fotografía: Patrick Schneiderwind.

El primer Wacken Open Air celebrado en este pequeño pueblo cerca de Hamburgo, se llevó a cabo hace 25 años, con Skyline como cabeza de cartel y una entrada que costaba aproximadamente cuatro mil pesos chilenos.

Actualmente, este festival se ha vuelto el más grande de los eventos netamente metaleros en Europa, con una convocatoria que se aproxima a 80 mil personas, caracterizándose por sus escenarios espectaculares, tecnología de última generación, efectos y un sonido que se supera año a año. Y por cierto, una seguridad y organización más que notable.

Desde un festival local a un mega evento internacional, los 25 años de Wacken Open Air fueron celebrados tanto por sus seguidores, como por las bandas. Y es que cuando se trata de metal, al final, todos somos fans. Esto fue lo que pasó durante los tres días de Wacken Open Air:

JUEVES 31 de julio

HammerFall fueron los encargados de abrir los fuegos de Wacken Open Air, al atardecer, con la poderosa y clásica “Child of the Damned”. Su setlist fue uno digno de festival, reuniendo los temas himnos que todos conocen y querían escuchar, a lo que se sumó la balada “I Believe”, que se llevó la ovación de los presentes, y  un nuevo tema llamado “Bushido”.

El show de HammerFall contó con la aparición de algunos ex miembros del grupo, como Stefan Elmgren (guitarra) en el tema “Stone Cold”, Patrik Rafling (batería) en “Unchained” y Jesper Stromblad (guitarra) en “The Dragon Lies Bleeding”.

Posteriormente Steel Panther se tomó el escenario sintonizando a la audiencia en los ’80, con un show de 13 canciones donde las “baladas” se situaron al medio, mientras el fuerte fue el comienzo y final de su presentación, manteniendo a los asistentes entretenidos.

El cierre de la noche estuvo a cargo de los grandes de Accept y un Mark Tornillo que ya lleva cinco años en la banda y se ha afiatado muy bien en vivo junto al resto. Durante la primera jornada de Wacken, Accept entró con un track nuevo llamado “Stampede”. Arriesgado, pero eso demuestra actitud, además ¡hey!, es Accept y ellos lo saben.

Obviamente, las mayores ovaciones se las llevaron los clásicos “Princess of the Dawn”, “Fast as a Shark”, “Starlight”, “Metal Heart” y el combo encargado de cerrar la noche, “Balls to the Wall” y “Burning”.

VIERNES 1 de agosto

Cerca del mediodía, la jornada partió con Skid Row y a pesar de la hora, se vio bastante gente frente al True Metal Stage. El grupo incluyó en el setlist la mayoría de sus clásicos, además de un cover de Ramones, “Psycho Therapy”, dedicado a Joey Ramone, y para cerrar escogieron “Slave to the Grind” y la apoteósica “Youth Gone Wild”.

Children of Bodom abrió su show número ocho en las tierras de Wacken con “Needled 24/7” y pasó a “Kissing the Shadows” casi sin interactuar con el  público. Junto a los crowdsurfers enloquecidos, continuaron con “Hate Crew Deathroll”, “Lake Bodom”, “Angels Don’t Kill”, “Are You Dead Yet?”, “Towards Dead End”, “Hate Me!”, “Bodom After Midnight” y “Downfall”, cerrando gloriosamente con  “In Your Face”.

Cambiando diametralmente de switch, llegó el turno de Apocalyptica, que se lució trayendo a 20 músicos de orquesta al escenario, incluyendo cuerdas, vientos, percusión y teclados en su cuarta presentación en el festival.

Fotografía: Thomas Battermann.
Fotografía: Thomas Battermann.

Su setlist fue una mezcla bien calculada de temas como “Rage of Poseidon de 7th Symphony”, “Ludwig – Wonderland” de su último “Wagner Reloaded”, clásicos de “Worlds Collide” e incluso canciones más populares como “BitterSweet”, cuya versión original es una colaboración con los cantantes de HIM y The Rasmus.

Omitir las voces pudo parecer arriesgado, pero al final, ¿quién necesita vocalista cuando tienes a 80 mil personas coreando los temas de Plays Metallica By 4 Cellos, “Fight Fire With Fire” y “Nothing Else Matters”. El cierre maestro del show de Apocalyptica fue “Hall of the Mountain King”, de Edvard Grieg.

Sin duda, no importa cuántas veces toquen en Wacken y quién preceda su show, Motorhead es Motorhead y Lemmy aparece saludando a la audiencia, señalando que es su show número 25 en el lugar y procede con lo que el público estaba esperando: “We are Motorhead and we play rock ‘n’ roll”. Bastó el término de esa frase para que la música explotara con “Damage Case”.

Lemmy se veía mejor luego de lo complicada que estuvo su salud, hecho que se evidenció precisamente en su show en Wacken el año pasado, aunque es evidente que su voz se debilita.  Los ingleses tocaron “Killed By Death” junto a Doro Pesch, en tanto la siguiente, “Ace of Spades”, no necesitó introducción, a pesar de ser ejecutada en un compás mucho más lento. “Overkill” fue el tema que cerró un show escueto, pero que mostró que Lemmy sigue en pie.

Carcass fue probablemente la banda más esperada del viernes en Wacken, lo que se reflejaba en la gigantesca multitud aguardando su presentación en el Party Stage. Su setlist fue una selección de varias etapas de su carrera y el humor negro de Jeff Walker está intacto. “¿Qué están haciendo acá?”, pregunta el front-man, ante lo que es seguramente la audiencia más grande para la que Carcass ha tocado este año. Y bromea: “Motorhead está en el otro escenario. Ah, ya sé. Sienten que esta puede ser la última vez que me ven en vivo también”. Se escucha “This Mortal Coil”, “Corporeal Jigsore Quandary”, “Captive Pistol Bolt” e “Incarnated Solvent Abuse”, guardando el cierre para una que hizo rugir a la audiencia: “Heartwork”. En palabras del mismísimo Walker: “Fucking killer!!!!!!”.

King Diamond fue uno de los peaks de la noche, abriendo con “The Candle” y “Slepless Nights” para pasar a “Welcome Home” de “Them”, con abuela incluida, quien fue quemada casi al final del show, al son de “Cremation”, con un público que gritaba “Burn her!”, alentado por el propio cantante.

 

Las ovaciones más grandes se las llevaron “Evil” y “Come to The Sabbath” de Mercyful Fate, en un show muy teatral, con músicos y actrices caracterizadas de anciana encerrados en rejas, marionetas, la madre de Abigail, el doctor y el sacerdote junto al ataúd en llamas donde incineran a la abuela. Ante una audiencia visiblemente cansada después de toda una jornada de festival y con menos espectadores de los que debió haber tenido, la presentación culminó con “The Family Ghost” y “Black Horsemen”.

Casi a las dos de la madrugada, el cierre estaba en manos de W.A.S.P., cuya apertura con “On Your Knees” se escuchó un poco deslavada, pegada a “The Torture Never Stop”. Lamentablemente, el sonido no los acompañó y la voz de Blackie Lawless presentó problemas, empañada por el resto de los instrumentos.

Mezclaron “L.O.V.E. Machine” y “Wild Child” con “Sleeping in the Fire” y cuando la presentación se volvió algo lenta, “I Wanna Be Somebody” sirvió para repuntar y dejar que el show despegara con “The Invisible Boy”, “The Idol”, “Chainsaw Charlie” y finalmente “Blind in Texas”, cerrando el espectáculo que duró  aproximadamente una hora.

En el otro escenario, la noche del viernes fue coronada por Slayer, que abrió los últimos fuegos con “Hell Awaits”, con un Tom Araya sonando increíble, un setlist igual de poderoso y un mosh que se agrandó al sonar “Raining Blood”, “Black Magic”, “South of Heaven” y “Angel of Death”. Slayer tocó sin breaks innecesarios entre canciones, haciendo lo que saben hacer, un show de infarto.

SÁBADO 2 de agosto

La jornada del sábado comenzó con una difícil decisión. ¿Arch Enemy o Prong? Luego de la salida de Angela Gossow, Alissa White-Gluz debutaría en Wacken, sin embargo Prong es una leyenda. Ambas bandas dieron su 100%. Mientras la cantante se mostró muy afiatada con la banda y derrochó desplante ante el público que la aceptó inmediatamente, Prong centró su setlist en “Cleansing” y “Carved Into Stone”.

Fotografía: Thomas Battermann.
Fotografía: Thomas Battermann.

Una de las presentaciones más llamativas fue la de The Devin Townsend Project, dejando en claro que el metal no carece de humor. Su set incluyó “Seventh Wave”, “War”, “Planet of the Apes” y finalizó con “Grace” y “Bad Devil”. Por supuesto, no se puede dejar de mencionar el abrazo grupal gigante que sustituyó al circle pit.

Emperor sonó impecable, como siempre, abriendo con “Into the Infinity of Thoughts”, tocando  “Inno a Satana” previo al encore y “Wrath of the Tyrant” más el cover de Bathory “A Fine Day to Die” para cerrar, en tanto a lo lejos, se observaban las cabezas de dos dragones arrojando humo sobre el escenario opuesto, haciendo que la plataforma pareciera una nave vikinga, como preámbulo del inolvidable show de Amon Amarth esa tarde.

Los suecos se presentaron ante una de las mayores multitudes del evento, en un show a gran escala, que incluyó fuegos artificiales, humo, llamas y un setlist de una hora, digno de un festival, comenzando con “Amon Amarth”, “Father of the Wolf”, “Deceiver of the Gods” y “As Loke Falls”, pasando por “For Victory or Death”, “Guardians of Asgaard”, “War of the Gods”, ”Victorious March” y finalizando con “The Pursuit of Vikings”.

Luego fue el turno de los legendarios Megadeth, que empezaron su espectáculo con “Prince of Darkness”, seguida por los clásicos “Hangar 18”, “Wake Up Dead” y una escasa interacción con el  público. A pesar de que el setlist incluyó “Skin o’ My Teeth”, “She-Wolf”, “Peace Sells” y “Holy Wars”, lo que se llevó la máxima ovación fueron las selfies que se tomó Mustaine con el público detrás, para luego dar paso a un breve discurso de agradecimiento y un solo de air guitar antes de desaparecer del escenario.

Fotografía: Thomas Battermann.
Fotografía: Thomas Battermann.

Uno de los cabezas de cartel para la noche del sábado era Avantasia, cuyo primer vocalista invitado fue Ronnie Atkins de Pretty Maids, seguido de  Bob Catley (Magnum, ex-Hard Rain) y el inconfundible Michael Kiske (Unisonic, ex-Helloween), que se apoderó del escenario por completo, a pesar de compartirlo con el brillante Tobias Sammet. Otro invitado destacado fue Eric Martin de Mr. Big, quien fue parte del tour de 2013.

En su aniversario número 25, Wacken Open Air finalizó con los alemanes de Kreator. La  leyenda del thrash metal comenzó con “Phantom Antichrist”, seguida por “From Flood Into Fire”. Luego Mille Petrozza se dirigió al público y a Wacken como “la Mecca del Heavy Metal”, pidiendo a los presentes hacer un mosh para la próxima canción, “Warcurse”.

Al final del show, el cantante extendió su brazo tomando una bandera de Kreator, dando gracias a la gente, mencionando a Michael Jackson acompañado por un trozo de Billy Jean -sin tener mucho feedback de parte de los asistentes- y luego uno de “Painkiller” de Judas Priest, cerrando el show con la grandiosa “Flag of Hate”, llenando el aire, de humo, fuego, pero sobre todo, de metal.

Miles de fanáticos vibraron en inédito festival de dos días

La primera versión de The Metal Fest ya es historia. Una decena de bandas foráneas, entre debutantes como Annihilator y otras que forman parte del inventario, encarnaron el maratón de rasgueos, mosh y azote de cuellos que comenzó a las tres de la tarde. En punto, porque durante el sábado la organización respetó casi en su totalidad los tiempos preestablecidos tanto para los nacionales -que tuvieron un escenario aparte montado en las afueras- como para los internacionales que ocuparon el Movistar Arena. Ello permitió cerrar el espectáculo a eso de la medianoche, horario de invierno mediante.

El evento evidenció una cultura de festival implícita entre los asistentes, quienes comprendieron la naturaleza breve de los conciertos individuales y no clamaron por regresos cuando los músicos se retiraban para ceder paso a los siguientes en la programación. Así, la sesión sabatina partió de la mano de Obituary, encendiendo la euforia de la audiencia gracias a un show crudo, agresivo y sin aspavientos. Quizá por su condición de primeros en el cartel y por la expectación del público, avalados por un sonido demoledor, el de los hermanos Tardy fue uno de los puntos cumbres del festival.

Un poco antes de aquello, los chilenos R-Tumba inauguraban el escenario nacional con una potente dosis de nü metal, aunque frente a escasas personas. Ello porque el ordenamiento de las presentaciones ofrecía un margen de 15 minutos para trasladarse a observar lo que ocurría en el exterior y retornar a la arena central a tiempo para no perder detalle de las performances internacionales.

Al interior del Movistar Arena asomaban UDO y su imponente voz. Una presentación a la altura de los grandes del heavy mundial, en un show que repasó su discografía, con escala inevitable en los clásicos de Accept. Acto seguido correspondió el turno de Fear Factory, quienes no consiguieron desatar la efervescencia de las presentaciones precedentes, excepto al final del setlist con la interpretación de “Replica”. Luego vendrían los daneses Volbeat, quienes traían su propio público y ganarían nuevos adherentes para su propuesta de metal influenciada por el rockabilly y más tarde, en medio de un estruendo, aparecería Testament. Estos conservaron un sonido poco definido perceptible desde diferentes sectores del recinto, lo que no supuso obstáculo para que los thrashers de la vieja escuela disfrutaran de un repertorio de excepcional fuerza.

En paralelo se desarrollaba el show de las bandas nacionales, imposible de apreciar en toda su extensión debido a los topes de horarios. Break.Down, la única agrupación no capitalina como recalcaron en su presentación, subió en segundo término. Le sucederían Poema Arcanvs -congregando una cantidad importante de asistentes-, Six Magics, quienes también recibieron el apoyo de su numerosa comunidad de fanáticos, Kingdom of Hate, exponentes de un sonido auténtico, sin artificios de ningún tipo, y Massacre.

En el interior el público se preparaba para los platos de fondo. Los canadienses Annihilator, contratados luego de la bajada de Venom, ofrecieron uno de los momentos brillantes de la noche y de todo el festival. La maestría de Jeff Waters no tuvo pausa, así como su hiperactivo estilo de ejecución, y “Alison Hell” coreado por toda la audiencia fue como la guinda del pastel de la velada. La pulcritud del sonido sorprendió a toda la audiencia, pues la sensación era casi la de escuchar un álbum. Un privilegio asistir al debut de una banda referente dentro del estilo, una que ha sorteado el reto del tiempo y las presiones de las discográficas.

Pero los instantes más frenéticos se registraron mientras Anthrax interpretaba sus clásicos sobre el escenario, cuando cientos de headbangers improvisaron un mosh de proporciones gigantescas. Belladona es un frontman increíble que comprende que su rol excede el canto e incluye el diálogo y la invitación constante al público a unirse a la algarabía. El espectáculo gozó de un sonido fuerte y nítido y contó con la mayor concurrencia del día.

Domingo, tres de la tarde, y la sincronía ensalzada el día anterior desaparece desde el principio. El espectáculo comenzó con media hora de retraso y en el transcurso de la tarde las dos pantallas gigantes que anunciaban los horarios cambiaron la información al menos un par de veces. La participación de Exodus, en particular, se movió desde el segundo lugar hacia el cierre del show, para luego aparecer tras Destruction, a quienes en un principio precedían en la parrilla. Al final se optó por remover los horarios, quedando solo el orden de los artistas y la incertidumbre sobre cuán tarde acabaría la jornada.

A cargo de la apertura estuvo Forbidden, quienes deleitaron a la cofradía thrashera con temas clásicos del género, seguido por Destruction, los que aparecieron 15 minutos antes de lo publicado en los monitores. Aunque son un trío, su vigor los agiganta. Exodus presentó un setlist similar al de sus últimas visitas y que recoge lo más reconocido de su discografía. Mención especial para el mosh desatado al compás de “Strike of the Beast”, cuando el público de la cancha se divide dando paso a un brutal festín de patadas en el aire.

Kyuss Lives! serían los siguientes en el cartel. Menos emparentados con el género que daba nombre al festival, tocaron frente a un público poco numeroso, pues en buena parte la concurrencia acudió al show que Necrosis desarrollaba en el escenario chileno. Otro punto de inflexión lo aportaría Blind Guardian, reputados exponentes de un heavy metal épico inspirado por grandes sagas folclóricas y literarias, que compendiaron su discografía y gozaron de un gran nivel de sonido.

Ya avanzada la noche Kreator corroboró el porqué de su elección como acto de clausura original. A dos décadas de su primer concierto en Santiago -hecho destacado por el frontman Miland Petrozza- los alemanes concentraron la atención del público que celebró cada tema de su repertorio, danzando en apoteósicos circle pits que convocaron a cientos de personas en cortes como “Extreme Aggression” y “Violent Revolution”. Para mala fortuna de Misfits, su aparición después del acto más anticipado de la jornada resultó en que tocaran frente una escuálida audiencia. Una lástima, pues su sonido fue correcto y constituyen una leyenda dentro de lo suyo.

En suma, una experiencia inédita que arroja un saldo más que positivo. La logística, sobre todo la desplegada el sábado, es digna de destacar. El desarme y montaje de equipos entre una y otra banda se hizo en un tiempo mínimo, lo que facilitó la agilidad del espectáculo y la agradable sorpresa de constatar que la puntualidad sí es posible en una país habituado a lo contrario. Como pendientes queda la tarea de intentar nuevos nombres y mayor variedad dentro del género. También una oferta alimenticia más variada que incluya menús exentos de carne y coordinar ambos escenarios para que las últimas bandas chilenas no compitan con las cabezas de cartel, como le ocurrió a Kingdom of Hate que salió a escena frente a escasas personas, mientras el grueso del público asistía al show de Testament.

Fotografías por María Loreto Correa
Texto por Sergio Evans y María Loreto Correa

Exodus y Kreator: una dupla que mantiene en alto a la vieja escuela

Las palabras quedan cortas para resumir lo vivido en este mega concierto. Sí, porque nos aprontábamos a ver y escuchar a Exodus y Kreator, dos monstruos del thrash, sumado al regreso de Undercroft y los veteranos Kingdom of Hate.

La jornada partió casi a la hora presupuestada con el show de unos contundentes y seguros Kingdom of Hate. La banda interpretó los temas contenidos en “The Search”, álbum que lanzarán este 31 de octubre y que corresponde a la regrabación del disco homónimo que registraron bajo el nombre de Necrosis. Fue un show más energético que el ofrecido en la Cumbre del Metal, con una banda que demostró potencia en las guitarras, típicos riffs ochenteros y unos pasajes a lo Sabbath que en lo personal me gustan demasiado.

Luego vendría el turno de Undercroft, los nacionales radicados en Alemania, quienes como sus antecesores presentaron un espectáculo breve en su condición de teloneros, pero sólido e impecable en el sonido y teñido por la emoción del reencuentro. Un agitado Álvaro Lillo no paraba de repetir, salpicado de chilenismos, “¡qué bueno estar de vuelta en Chile!”. Claro, porque la extensa gira que protagonizarán los tendrá en poblados que jamás soñaron con presenciar un concierto de metal de semejante envergadura, como San Vicente de Tagua Tagua.

El escenario quedaba listo para Exodus. Los maestros del thrash californiano empezaron de modo magistral con el clásico “Blonded By Blood”. Un privilegio haberlos visto tan de cerca y apreciar la destreza en las cuerdas de Gary Holt, el groove de Tom Hunting y el ímpetu desbordante de Rob, un frontman que al más puro estilo hardcore hizo cantar a toda la audiencia saltando de un lado hacia otro. Un vigor que se transformó en arrebato cuando su mic no funcionó y lo desconectó para arrojarlo al piso, o durante el tropezón que casi se convierte en golpe en medio de una performance de Lee y Gary. Un concierto difícil de olvidar para un pequeño de no más de 10 años, invitado a tocar la guitarra por Lee Altus. ¡Tremendo comienzo para un headbanger!

Se aproximaba el cierre y aunque las opiniones estaban divididas, cualquiera de las dos bandas acreditaba méritos suficientes para encabezar el cartel. Fue Kreator quien aplicó la guillotina en una presentación única e inolvidable. Aunque los alemanes han visitado Chile varias veces, los tiempos y los lugares son distintos. La realidad del país ha cambiado. En sus primeros recitales con suerte podíamos leer el comentario monopolizado de un solo medio y hoy vemos como esto se democratiza y no es tan elitista y selectivo. Porque el metal no nació para dividir, sino que todo lo contario: ¡parece discurso en tiempo de elecciones!

Un repertorio contundente con espacios para los temas menos agresivos, si es que cabe el término, complementado por un soporte visual de fondo que como profesor de Artes me encantó. En la sección que obviamente toda su fanaticada esperaba -la de los clásicos extraídos de placas como “Pleasure To Kill”, “Extreme Aggresion” y “Violent Revolution”- se proyectaron imágenes de sus inicios como “Tormentor” y debo confesar que ando en una onda melancólica y me emocionó por los recuerdos y la estética que refiere a la época que nos tocó vivir. Un espectáculo excelente. Si el espacio fuese un poco más central o dispusiera de locomoción pública hubiera sido lleno seguro, pero me pareció bien que a los capitalinos les tocara moverse también, así como la gente de ciudades como Rancagua y Valparaíso siempre organiza viajes comunitarios y llega de todas formas. A dejar la comodidad un rato.

Por Sergio Evans
Fotos por María Loreto Correa