¡¡¡Increíbles!!!
Sí, porque no hay palabras para describir lo poderoso y emocionante que fue verlos y escucharlos por segunda vez en Chile, ahora con más detalles que en 2005. Glenn Tipton y K.K Downing demostraron ser los maestros de maestros de las seis cuerdas. Una buena lección para tanto jovencito virtuoso que alucina con solos interminables y pomposos, pero que carecen del alma y el sentimiento puesto en cada tema por esta dupla de acero. Muchos guitarras de hoy podrán tener esto y aquello, pero no olvidemos las raíces. El metal también es cíclico y es bueno recordar que sin estos tipos armándose del tremendo arsenal de cuerdas no hubiésemos conocido a Slayer, por ejemplo.
No puedo dejar de decir que es mi banda escuela. La favorita junto a Ozyy (Black Sabbath) e Iron Maiden. ¿Quién dijo que no me gustaban las “megabandas”? Jaja. Qué más mega banda que estos monstruos. La sutileza y el respeto mutuo de los solos entre Tipton y Downing no tiene comparación. Sobran las palabras. No dejo de emocionarme al escribir estas líneas. Es que la performance fue espectacular. El telón de Nostradamus con los ojos iluminados, las tarimas como gigantes boxsets, los logos en acero brillante, el tridente de Halford, el trono majestuoso en que irrumpió cantando, la legendaria aparición en motocicleta y la enorme plataforma de la batería del maestro Scott Travis. Qué más decir. Fue un evento imperdible. Si alguna vez dijiste que te gustaba el metal, no hay perdón si no acudiste a presenciar el concierto de Judas Priest.
Por Sergio Evans
Noviembre, 2008