La primera presentación de los Reyes del Metal en nuestro país era un evento que conllevaba expectaciones muy altas, y la emoción de los fans casi se podía respirar en un Teatro Caupolicán lleno por completo. Chaquetas, poleras, banderas y hasta tatuajes de Manowar uniformaban a la audiencia que, desde temprano, hacía fila para quedar en la mejor ubicación y disfrutar del tan esperado concierto.
Los nacionales de Chronos fueron los encargados de calentar motores, saltando al escenario a eso de las 20.10 hrs. Con una presentación potente que incluía hasta trajes de vikingo y muñecas inflables (¡!), el grupo interpretó lo mejor de su repertorio, pero nunca logró conectarse con un público que pedía a gritos a Manowar y que, incluso, llegaba a sonar tan fuerte como el grupo mismo. Luego de casi cuarenta minutos, los músicos se despidieron para dar paso al plato principal. La espera se hacía eterna, pero fue gratamente amenizada por el fotógrafo de Manowar quien interactuó con los fans, haciéndolos gritar y levantar las manos para capturar la euforia que se sentía en el recinto.
Cerca de las 21.15 hrs, una ovación siguió al momento en que se apagaron las luces y los cuatro neoyorquinos saltaron al escenario para comenzar con “Hand of Doom”. Desde el primer acorde se notó la fuerza que estos músicos tienen en vivo, con un sonido impecable y saltando a los parlantes ubicados delante del escenario para estar más cerca del público. “Call to Arms” fue el siguiente corte, mientras la pantalla gigante mostraba sugerentes imágenes de demonios, guerreros y por supuesto guerreras, muy al estilo Manowar. Joey DeMaio da inicio a “Swords in the Wind”, que relaja un poco a los enfervorizados fans pero que en ningún momento perdió la fuerza de la interpretación. La imagen de todo el Caupolicán con las manos cruzadas es simplemente fantástica.
La banda sale del escenario y el guitarrista Karl Logan se queda para interpretar un solo que demostró su virtuosismo en las seis cuerdas y que mantuvo a los asistentes con los ojos fijos en la pantalla, donde se podía comprobar la rapidez de sus dedos. DeMaio vuelve entonces a escena y sorprende a los fans con frases en un español bastante regular, pero que incluía chilenismos como “la raja” y que por supuesto causaron otra ovación. A estas alturas, las aclamaciones ya eran algo normal en el show.
Otra dupleta, esta vez con “Die for Metal” y “Sleipnir”, mantuvieron los decibeles muy altos y a todos saltando y coreando. Notable fue el momento en que Eric Adams se confundió y comenzó a cantar las líneas de otra canción, lo que le provocó una carcajada y por supuesto que todo el Caupolicán estallara en risas también. Un desenfoque le puede ocurrir a cualquiera. “¡Es que necesito alcohol!” fue la excusa del cantante, y junto a DeMaio, se toman una botella de vino y una lata de cerveza respectivamente. Luego de recargarse, continúan con la presentación aún riendo por el chascarro ocurrido.
Si bien han pasado varios años desde los primeros discos de Manowar, la voz de Eric Adams sigue sonando increíble. El juego que hizo con el público dejó claro que sus gritos tienen para rato. Todas las notas que canta suenan profundas y claras y no desafina ni un tono. Realmente es un deleite escucharlo cantar. Por otra parte, Joey DeMaio es un show en sí mismo. Su solo fue un momento sublime lleno de virtuosismo que mantuvo a todo el Caupolicán expectante. No se ve la mínima señal de cansancio en la audiencia que, al contrario, pareciera querer que el concierto durase para siempre.
“God or Man” es el corte que se deja escuchar a continuación, en que Adams logra unos agudos profundos y nítidos, como demostrando que los años parecen no haber pasado sobre su voz. “Loki God of Fire” y “Thunder in the Sky” son ejecutadas sin dar un segundo de respiro, inyectando una dosis de velocidad antes de finalizar la primera parte de la presentación.
Pero no se puede esperar poco de Manowar, que antes de un minuto ya estaba de vuelta en el escenario para interpretar uno de los puntos más fuertes de la noche (si es que se puede decir que alguno no fue fuerte), con “Warriors of the World”. Si alguien hubiese entrado en ese momento al Caupolicán, probablemente hubiera pensado que el show estaba recién comenzando y no que llevaba casi 90 minutos de duración: la banda tocando sus instrumentos con toda la energía del mundo y los fans con sus manos en el aire, coreando cada sílaba de este himno. “House of Death” empieza después, y sin descanso la sigue “King of Kings”, que sería la última entrega de la noche y que da término al show con una promesa esperanzadora: “¡Regresaremos!”. La fanaticada permanece con sus manos cruzadas mientras la banda agradece, lanzando uñetas y baquetas por doquier, concluyendo una jornada que permanecerá en nuestras retinas por mucho tiempo.
Y aunque se esperaba que Manowar interpretara temas de sus primeros discos, considerados los más clásicos del grupo, el setlist enfocado hacia los últimos álbumes fue bien recibido por todos los fans que tal vez se retiraron con un leve gusto a poco, pero de todas maneras satisfechos por haber visto, por fin, a estos Dioses del Metal en tierras criollas.
Por Isabel Mallea
Fotos por Bianca Zapata