La tercera versión de Chile Rock Festival tiene fecha y cartel confirmado. La cita es el 3 de junio en el teatro Cariola junto a Yajaira, Alectrofobia, El Cruce, Nuclear, Alto Voltaje, Desvalijados, Chaicura, Éntomos, Terror Society, Sobernot, Hëiligen, Cadalso y Nazty Gunz.
Entradas disponibles vía Passline. Las primeras 200 por 12 mil pesos y palcos a 25 mil.
Nimrod inició la segunda jornada bajo un sol abrasador y se abrió paso con un poderío de power thrash que no dejó impávido al público reunido a esa hora de la tarde. Esta histórica banda estableció que no pretende vivir de la nostalgia y hoy por hoy está enfocada en una nueva etapa. Al interior se presentaba una agrupación histórica. Brutal Truth, con mas de veinte años de trayectoria y totalmente vigentes presentando un viaje por su discografía, partieron con un sonido tremendo y una aplastante performance por parte de sus músicos. Velocidad y brutalidad no dejaban espacio a la técnica ni al exceso de arreglos. “Birth of Ignorance”, de su primer demo, probaba que no se trató de recuerdos decadentes. Muy por el contrario, de una lección para el grind y el death metal actual. Richard Hoak, el batería, fue un capítulo aparte captando la atención con sus muecas y posturas ante los tarros y Kevin Sharp, el carismático vocalista, conmovió desde el minuto en que salió al escenario sin zapatos y vestido más como campesino que como ídolo del rock.
Alto Voltaje fueron los segundos en abordar el escenario nacional. Aún con un fuerte sol golpeando sobre sus rostros, desarrollaron un show dinámico y de mucha energía, basado en material de sus dos discos. El público reconoció sus temas y los coreó siguiendo el fraseo punk del vocalista. Y la audiencia se dividía para apreciar a Nile al interior del recinto. Éstos cautivaron a una audiencia más nueva mediante un setlist que inició con “The Blessed Dead” de su tercer álbum, lo que bastó para desatar la euforia de los fans que en esos instantes se concentraban cada vez más. No puedo no coincidir con la increíble ejecución de estos tipos, pero la verdad es que luego de un rato sentí que era más de lo mismo.
Nos trasladamos rápidamente afuera para ver a Enigma, quienes tocaban aún bajo altas temperaturas. La banda presentó un show enérgico y con un sonido muy claro, donde destacó la potencia y actitud heavy metal de su vocalista. Es increíble, pero el público esperaba a su banda y en este ir y venir había gente que no asistía a los shows de algunas bandas foráneas. Fue el turno de Brujería, que ingresó como comodín presentando un show ya conocido en Chile y con mucha onda y llegada con su fanaticada. Presentaron un setlist basado en sus tres discos y los clásicos “El Desmadre”, “Colas de Rata”y “Matando Güeros”, dejando satisfecha a gran parte del público. Fuera, Nuclear atacaba con la mejor dosis de thrash y reunía una gran cantidad de asistentes. Bastó un reducido setlist para demostrar su nivel de potencia y ejecución, mediante cortes como “Breathing Despair” y “Apátrida”, de su material más reciente.
Symphony X dio paso al metal progresivo impactando bastante bien en los asistentes con una ejecución portentosa, sonido pulcro y setlist cargado hacia su último disco, “Iconoclast”. Y de regreso al exterior para asistir al concierto de los veteranos Orategod, quienes se ganaron un lugar producto de la constancia y esfuerzo. La banda presentó un brutal death/metal con un sonido que pudo ser mejor, pero que no opacó la muestra de su repertorio clásico y lo más actual del disco “With Love from Sinister”. Luego sale a escena Kythrone, la banda black metal del segundo día de festival, quienes comenzaron su entrega con carácter y desenfado. Me lo esperaba, sé del trabajo de la banda y la seriedad con la que trabajan. El sonido canalizó la vena del estilo y advertí cómo esta producida performance captaba la atención de la gente que a esa hora circulaba en ese sector.
Y me preparaba para mi show favorito del festival, My Dying Bride, banda que esperó más de veinte años para visitarnos. Su breve setlist se centró en los clásicos y en una pequeña muestra del último larga duración, “A Map of All Our Failures”, con un sonido impecable y una excepcional puesta en escena. No dejó de llamar la atención la cantidad de público que se congregó para verlos, pues pensé que éste sería el recital menos visto. Sorpresa. Como era mi concierto prioritario me quedé hasta el final, cuando ya sonaba Atomic Aggressor, banda que ganó un lugar por constituir un pilar del death metal nacional, ahora reformado principalmente para revivir la nostalgia de antaño. En esta formación resalta la increíble ejecución de su primera guitarra, Julio Bórquez.
Y el mayor éxodo de gente lo produjo Carcass, que debutaban con un nuevo line up, hecho que me llamó la atención y de cierta forma me desilusionó. El sonido característico generó la respuesta inmediata de los fans que esperaban con ansias esta aplanadora y el repaso de toda su discografía. Destacó la inclusión de “Genital Grinder / Pyosisified (Rotten to the Gore)” de su primer disco “Reek of Putrefaction”, lo que ya dejó pagados a sus seguidores. Tal vez debieron cerrar ese día.
Mientras, Torturer se alistaba para bajar el telón en el escenario nacional, convocando mucho público tras terminar Carcass. La banda ofrece un poderoso arsenal de death/thrash, por lo que si esperabas ver y escuchar nostalgia de comienzos de los noventa, te equivocas. Torturer no vive de nostalgia. Por el contrario, se muestra en una línea diferente, madura y fresca, lo que se agradece.
Se aproximaba el minuto de cierre y turno de Devin Townsend Project, otra de las sorpresas del evento y uno de los platos más esperados por la audiencia. El canadiense interpretó cerca de quince temas de su corta trayectoria bajo esa denominación, además de su contundente discografía como solista y proyecto, sumado a “Love?”, de Strapping Young Lad. Un sonido nítido y potente que dejó más que satisfechos a los amantes del progresivo, en una segunda versión donde la variedad fue más notoria, en camino hacia la consolidación del concepto de festival.
Fotografías por María Loreto Correa Texto por Sergio Evans
El heavy metal nacional tuvo su fiesta. Y aunque la taquilla estuvo muy por debajo de la Cumbre del Metal Chileno, el símil natural al momento de las comparaciones, los asistentes a Leyendas del Rock disfrutaron del privilegio de tener sobre un mismo escenario a una tríada icónica dentro del género en este rincón del mundo: Dorso, Panzer e Inquisición.
Es la segunda vez en el año que un festival ciento por ciento chileno adquiere la connotación de un gran evento. El recinto escogido es un teatro de envergadura y los números de fondo son bandas nacionales que acreditan una trayectoria tan extensa como prolífica. Leyendas del Rock colocó el acento en el heavy metal, concertando en el mismo lugar a los precursores del género y los nombres que se incorporaron a la escena durante años más recientes.
El show comenzó de manera tibia con La Máquina, sucedido por Alto Voltaje y Battlerage. Entonces vendría el turno de Inquisición, la banda de Manolo Schafler sindicada como pionera en el estilo en la escena chilena y que repasó los hitos de su carrera junto con brindar un apronte de su próximo álbum, tentativamente titulado “Opus Dei”.
El fervor de la audiencia alcanzó su máxima expresión durante la presentación de Rodrigo “Pera” Cuadra y compañía. Cubierto con una máscara de reptil, el vocalista de Dorso aprovechó de anunciar la celebración de los 25 años de carrera de la banda y lanzó al público la más reciente polera del cuarteto, aún inédita en el mercado. Una lástima que antes del acto de cierre se retirara una importante fracción de personas. Justo cuando los veteranos Panzer ofrecían lo mejor de su rockero repertorio.