Dave Mustaine tiene banderas chilenas de sobra para izar unos diez pabellones patrios durante el próximo aniversario de la independencia nacional. El pelirrojo no acababa de recoger una cuando otra aterrizaba sobre el escenario. Es el saldo tangible de una jornada memorable, porque en lo emocional el pelirrojo se lleva consigo el fervor de 15 mil fanáticos que repletaron el Arena Santiago en la quinta presentación de Megadeth en estas latitudes, una muestra más que evidente de que la engrasada máquina goza de buenísima salud.
Faltan pocos minutos para las 10. Ya hemos presenciado el show de Criminal, deficiente en sí mismo y en comparación con el plato principal, y a la inversa de quienes se descuelgan de la platea haciendo acrobacias para sumergirse en el mar humano en que se ha convertido la cancha, decidimos subir para tomar perspectiva de un evento que se anticipa inolvidable. La vista es impresionante. La sensación, casi indescriptible.
A estadio lleno las luces se apagan en inequívoca señal del comienzo del show. Dave Mustaine aparece en escena y de ahí en más somos espectadores de un recital en permanente progresión emotiva, desde “Sleepwaker” y “Washington is next!” extraídos de su placa más reciente, para alcanzar el clímax con los clásicos “A tout le monde”, “Hangar 18”, “Symphony of Destruction”, “Trust”, con Mustaine interpretando parte del estribillo en español, “Pëace Sells” y un antológico cierre con “Holy Wars”.
No sé cuáles ni cuántos conciertos me depara el destino, pero el círculo de los importantes está casi completo.
¡Agüante Megadeth!