Review: In Mourning


In Mourning
Monolith
Pulverised Records
2010

“Monolith” es el segundo álbum de la banda sueca In Mourning, establecida a comienzos del milenio y con cinco demos y el larga duración “Shrouded Divine” como currículo. En este disco los europeos se revelan con claridad como cultores de una corriente vinculada al lado melódico del metal, a pesar del desconcertante inicio del trabajo, que en temas como “The Smoke” y “Debris” propone entradas e intervalos algo progresivos que no calzan por completo con la dirección general del disco.

Una vez introducidos en la placa emergen los tintes melancólicos producidos por las guitarras y las voces en una línea que rememora lo mas clásico de Katatonia -revisar el final de “The Smoke”-, y el álbum se torna más interesante cuando aparecen otras facetas con temas rítmicos al estilo de Amorphis, acompañados de voces brutalísimas así como de quiebres ultra rápidos en batería. El segundo álbum de In Mourning se hace muy ágil de escuchar, lo que no equivale a alegría, porque todos los cortes dejan una huella de nostalgia.

Como amante del doom, lo que más me gustó de este trabajo es el toque de miseria en algunos de sus temas que por un pelo no calificarían dentro de este género. En “The Final Solution (Entering The Black Lodge)”, la pieza que cierra el disco y que se extiende por cerca de 12 minutos, la banda te lleva y te trae de regreso a un mundo de incertidumbre con perfectas resonancias de fondo que evocan un invierno cubierto de tristeza. “Monolith” es un disco que se enriquece a cada minuto con un excelente sonido y presentación. Ciento por ciento recomendable.

Por Sergio Evans

Review: Futhan


Futhan
Sendero del Guerrero
Independiente
2009

El debut discográfico de la banda temuquense Futhan es sorprendente. Y no porque proceda de los márgenes asfixiantes de la metrópoli o por la consabida la escasez de recursos, sino por tratarse de un trabajo en verdad impresionante. Desde el arte hasta la edición y claro está, la música. El disco, un demo lanzado con una pulcritud meritoria, consta de seis temas más un intro y propone un sonido black metal bastante original que fusiona con éxito el estilo importado y las raíces autóctonas.

En tracks como el número tres, “Vuelo del Brujo”, la música alcanza aproximaciones progresivas gracias a la utilización de un “trompe”, sumado a las voces limpias y un bajo que hace muchas figuras. Todas las líricas del disco son interpretadas en castellano sin perder el aura sepulcral que define al género. Quizá en un próximo disco alguna esté escrita en mapudungun.

La calidad del sonido es notable y queda de manifiesto en mi tema favorito y que da nombre al disco. “Sendero del Guerrero” reúne todos los elementos que caracterizan a Futhan: cambios de ritmo, rasgueos, pasajes de guitarra con aires folclóricos que recuerdan a Víctor Jara, susurros y un punteo melodioso al más puro estilo de “Alturas de Machu Picchu”.

¿Tanto?, dirán ustedes. Sí, así de buena es esta banda. A modo de crítica constructiva y como veo no existen límites en lo musical, pienso que las líricas deben escapar a lo ya dicho por otras bandas del estilo. Futhan proviene de un sur envidiable para mí, uno donde hay mucho más que contar. Confío en que así será y recomiendo adquieran pronto una de las cien copias numeradas a mano. Es un disco por completo auto producido, pero estos tipos no escatimaron en detalles e hicieron de su material una joyita: digipack, CD-R impreso, carátula full color con arte en todas sus caras, fotos y líricas.

Por Sergio Evans

Exodus y Kreator: una dupla que mantiene en alto a la vieja escuela

Las palabras quedan cortas para resumir lo vivido en este mega concierto. Sí, porque nos aprontábamos a ver y escuchar a Exodus y Kreator, dos monstruos del thrash, sumado al regreso de Undercroft y los veteranos Kingdom of Hate.

La jornada partió casi a la hora presupuestada con el show de unos contundentes y seguros Kingdom of Hate. La banda interpretó los temas contenidos en “The Search”, álbum que lanzarán este 31 de octubre y que corresponde a la regrabación del disco homónimo que registraron bajo el nombre de Necrosis. Fue un show más energético que el ofrecido en la Cumbre del Metal, con una banda que demostró potencia en las guitarras, típicos riffs ochenteros y unos pasajes a lo Sabbath que en lo personal me gustan demasiado.

Luego vendría el turno de Undercroft, los nacionales radicados en Alemania, quienes como sus antecesores presentaron un espectáculo breve en su condición de teloneros, pero sólido e impecable en el sonido y teñido por la emoción del reencuentro. Un agitado Álvaro Lillo no paraba de repetir, salpicado de chilenismos, “¡qué bueno estar de vuelta en Chile!”. Claro, porque la extensa gira que protagonizarán los tendrá en poblados que jamás soñaron con presenciar un concierto de metal de semejante envergadura, como San Vicente de Tagua Tagua.

El escenario quedaba listo para Exodus. Los maestros del thrash californiano empezaron de modo magistral con el clásico “Blonded By Blood”. Un privilegio haberlos visto tan de cerca y apreciar la destreza en las cuerdas de Gary Holt, el groove de Tom Hunting y el ímpetu desbordante de Rob, un frontman que al más puro estilo hardcore hizo cantar a toda la audiencia saltando de un lado hacia otro. Un vigor que se transformó en arrebato cuando su mic no funcionó y lo desconectó para arrojarlo al piso, o durante el tropezón que casi se convierte en golpe en medio de una performance de Lee y Gary. Un concierto difícil de olvidar para un pequeño de no más de 10 años, invitado a tocar la guitarra por Lee Altus. ¡Tremendo comienzo para un headbanger!

Se aproximaba el cierre y aunque las opiniones estaban divididas, cualquiera de las dos bandas acreditaba méritos suficientes para encabezar el cartel. Fue Kreator quien aplicó la guillotina en una presentación única e inolvidable. Aunque los alemanes han visitado Chile varias veces, los tiempos y los lugares son distintos. La realidad del país ha cambiado. En sus primeros recitales con suerte podíamos leer el comentario monopolizado de un solo medio y hoy vemos como esto se democratiza y no es tan elitista y selectivo. Porque el metal no nació para dividir, sino que todo lo contario: ¡parece discurso en tiempo de elecciones!

Un repertorio contundente con espacios para los temas menos agresivos, si es que cabe el término, complementado por un soporte visual de fondo que como profesor de Artes me encantó. En la sección que obviamente toda su fanaticada esperaba -la de los clásicos extraídos de placas como “Pleasure To Kill”, “Extreme Aggresion” y “Violent Revolution”- se proyectaron imágenes de sus inicios como “Tormentor” y debo confesar que ando en una onda melancólica y me emocionó por los recuerdos y la estética que refiere a la época que nos tocó vivir. Un espectáculo excelente. Si el espacio fuese un poco más central o dispusiera de locomoción pública hubiera sido lleno seguro, pero me pareció bien que a los capitalinos les tocara moverse también, así como la gente de ciudades como Rancagua y Valparaíso siempre organiza viajes comunitarios y llega de todas formas. A dejar la comodidad un rato.

Por Sergio Evans
Fotos por María Loreto Correa

El brutal show de Malevolent Creation en Santiago

Todavía no puedo olvidar cuando un amigo llegó por el año 91 con una copia del “The Ten Commandments”. A grabarlo de inmediato en un tape. Sí, porque fue un disco potentísimo y algo diferente para lo que se escuchaba en la época, más orientada al thrash, grindcore y crossover. Verlos en vivo en Chile luego de tantos años de escucharlos parece de esas historias que no crees. Fue increíble, los miraba y escuchaba y no me convencía de estar ahí.

Una reunión en el Rock & Guitarras donde solo había seguidores clásicos en su gran mayoría, de esos a quienes Malevolent marcó pauta. Un show apretadito sin grandes pausas, un sonido claro y preciso como debe ser para degustar de un buen death metal. Todos los que estábamos, que pudimos haber sido más, pero las circunstancias dijeron lo contrario, coreábamos todos los temas y la presentación de un corte tras otro hacía desgarrar las gargantas.

Un recital que se disfrutó porque la entrega fue al ciento por ciento. Despliegue de guitarras rapidísimas y de ejecución impecable, la batería imparable, energía desbordante en la ejecución típica del estilo, sin parafernalia, demostrando la depurada técnica del batero. Un juego de voces que recrea en vivo lo presentando en estudio. Increíble porque las voces limpias dan la nota diferente en contraste con la tremenda pero entendible gutural vocalización de Brett. Muy profesionales en su puesta en escena, puntuales y esquemáticos. Se notaba en lo estructurado de su show. Hicieron un break y volvieron para cerrar sin opción a otro bis con el clásico “Malevolent Creation”. De lujo.

De la formación más clásica por así decirlo solo quedan el vocalista Brett Hoffman y el guitarra Phil Fasciana, quienes utilizando diferentes alineaciones tras más de dos décadas de carrera han mantenido vivo el espíritu del death metal.

Por Sergio Evans
Fotos de María Loreto Correa

Recuerdos de metal I: tapes y esmalte de uñas

Hace rato deseaba publicar mis memorias. Quería recordar amigos y situaciones vividas durante los años en que no había acceso a todo lo que hoy está al alcance de un click. Quienes fuimos adolescentes en esa época nos arreglábamos como fuese para conseguir música. En Rancagua las dificultades se multiplicaban. El circuito era reducido y los tapes circulaban infinitas veces de un lado a otro. Más de alguien recordará.

Eran los años en que si deseabas una copia tenías que iniciar un ritual de grabación a partir del original o de una reproducción más o menos decente. ¿Que hacíamos entonces? Éramos pocos los que viajábamos a Santiago en búsqueda de álbumes. En ese tiempo -entre 1985 y principios de los noventa- mi hermana mayor estudiaba en la Universidad de Chile y los fines de semana o si tenía libre en el Liceo Industrial me escapaba para allá.

Cuando regresabas con un tape lo mostrabas a tus amigos y compañeros de colegio. Eran cintas de muy mala calidad, algo así como la décima copia de la réplica. Un vinilo era privilegio casi de elite y copiábamos casetes. Aunque tampoco en todas las casas había radio grabadora y si tu familia tenía una no la prestaría para que llegaras con tus amigos a meterle mano. Aparecieron unos equipos que reducían el tiempo del proceso. Te demorabas menos en duplicar, pero el resultado era horrible.

Todavía recuerdo que comenzaron a vender unos packs de cinco cintas a mil pesos. Era tiempo de abrir un poco el mercado ¿no? Antes de eso los tapes traían tornillos y como era usual que las cintas se enredaran había que cortar y pegarlas con esmalte de uñas. Corría el rumor que algunos destapaban el casete y cambiaban la cinta original por la copia. Vivíamos el reinado de Maxell, TDK, Sony y Phillips.

Dedico estos párrafos a un gran compañero de esos años. Sin su amistad no sería el mismo. Hablo de Rolando Riveros, que pucha que me prestó material: cintas, revistas, fanzines y lo más importante, me enseñó que podía tocar guitarra. Que en paz descanses Rolo.

Por Sergio Evans